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Mi Kabbala – Adar 10, 5785 / Lunes 10 de marzo del 2025

¿Oracción?

El Texto de Textos nos revela en Zacarías 10:6, “Será como si nunca los hubiera rechazado, porque yo soy el Señor su Creador, y les responderé”.

Mucho se habla al respecto de la oración, פָּלַל palál, como una forma de acercarnos más al Creador, lo que no quiere decir que sea un acto aislado, más sí, que lo podemos y debemos realizar incluso mientras estamos haciendo nuestras actividades cotidianas, logrando con ello más que hablarle al Creador para realizar una serie de peticiones e incluso quejas que desfiguran esa meditación, el alabarle y agradecerle, asumiendo este hábito como una forma de vincularnos íntimamente con Él a través de Su obra, reconociendo que al comunicarnos con Él encontramos la iluminación y guía que necesitamos.

No se trata de desdecir de aquellos que usan la oración o plegaria como un espacio para pedirle al Creador que supla sus necesidades, sin embargo, la Biblia es clara al recordarnos que antes que pensemos al respecto de algo, Él ya tiene claro lo que vamos a solicitarle. Así que en esa búsqueda de lograr una mayor unidad con Él para llenar ese vacío existencial que nos sofoca, asumamos la disciplina cotidiana de orar sin cesar por todo y por todos, agradeciéndole y alabándole לְהַלֵּל lehalel, permanentemente en señal de sabernos parte de Él.

El pueblo Judio cuenta con el Sidur como libro, que presenta una serie de oraciones para la mañana, שַחָר shajar para la tarde, Minjá מִנְחָה y para la noche Maariv מַעֲרִיב, lo que como creyentes nos enseña la importancia de orar sin cesar, incluso apoyándonos más en el libro de los Salmos de nuestro Texto de Textos, en donde se nos enseña a alabar, a agradecer, a pedir perdón, reconociendo nuestros errores y acogiéndonos a Su misericordia, evitando repetirnos así en rezos que aunque pueden tener un sentido, no nos llevan a integrarnos plenamente con el Creador gracias a dicho dialogo. 

Está claro que dicho reencuentro con nosotros mismos y luego con Él nos permitirá ascender así sea en la orbe de nuestra imaginación, ya no desde una mirada egocéntrica que pretende solo obtengamos la satisfacción de nuestros deseos, sino que nos propongamos hacer rezos que manifiesten nuestra voluntad de coexistir en armonía con nuestros próximos, esos que quizá podamos hacer felices también con nuestra escucha, palabras de apoyo o simplemente con no aspirar, sino que les acontezcan circunstancias de crecimiento como personas, alabándole, יָדָה, yadá, así como Creador.

Daniel, דָּנִיֵּאל, nos ejemplo de cómo a través de nuestras plegarias podemos hacer que todo cambie,  oracción que nos lleva a enfocarnos en el Creador, generándonos espacios en donde nos satisfacemos de saber que Él suple todas nuestras necesidades diarias algunas de las cuales incluso simplemente son superfluas. Se trata en todo caso de saber que cuando estamos conectados a Él a través de su Palabra y gracias a la oración y la guía del Espíritu Santo todas las respuestas que en ocasiones le pedimos, se cubren de su claridad ya que el ilumina nuestro entendimiento dándonos la respuesta permanente que nos ha prometido como hijos el retorno a Su morada celestial. 

El Texto de Textos nos revela en Colosenses 1:10, “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento del Creador”.

Oremos para que lo exterior y lo interior nos acerquen más con Él.

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