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Mi Parashá – Génesis 8:6

Todo tiene su tiempo, lo que quiere decir que esa suma de imaginarios que conforman la secuencia de nuestros tiempos es el proceso necesario para que podamos entender y atender sus señales, sus mandatos. Por ello, esos cuarenta días que llevaron a Noé a esperar pacientemente antes de tomar la acción de abrir la ventana del arca nos enseñan que solo podemos actuar cuando estamos conscientemente preparados.

La apertura nos llama a una nueva percepción del mundo exterior después de un tiempo de aislamiento y juicio. Es por esto que expresiones como “אַרְבָּעִים” (Arba’im – “cuarenta”), con un valor numérico de 317, “חַלּוֹן” (Chalon – “ventana”) con un valor de 94, y “הַתֵּבָה” (Hatevá – “el arca”), con un valor de 412, nos indican que todos nuestros periodos de prueba contienen una preparación que nos llevará a la purificación.

El valor de la palabra “אַרְבָּעִים” (Arba’im) 40, nos señala un tiempo completo necesario para una transformación significativa, para que la “ventana” (חַלּוֹן), que regularmente desde la óptica espiritual hace referencia a nuestra conciencia y al entendimiento que gracias a la luz divina necesita, nos dé la idea de una nueva perspectiva, una apertura a algo que estaba oculto o no era accesible anteriormente.

Abrir la ventana después de cuarenta días no es solo un acto práctico para Noé, sino una metáfora espiritual que nos enseña sobre la importancia de los periodos de introspección y purificación antes de abrirnos a nuevas experiencias o conocimientos, procesos que nos deben servir de recordatorio de que en nuestras vidas también necesitamos tiempos de retiro y reflexión para poder ver con claridad el mundo exterior y nuestra situación personal desde una nueva perspectiva.

La ventana debería simbolizarnos esa apertura de conciencia y, por lo tanto, una oportunidad para acceder a una nueva realidad o comprensión espiritual, ya que después de un tiempo de preparación, hay una transición hacia una mayor comprensión o un nuevo comienzo, lo que además nos incita a esperar el momento adecuado para “abrir la ventana” de nuestra conciencia.

Si esperamos en Él, encontraremos el momento en el cual estaremos listos para recibir esas chispas de luz divinas que nos ayudarán a enfrentar los nuevos desafíos de las nuevas realidades, después de haber pasado siempre por un período necesario de preparación y su posterior purificación.

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