
Mi Parashá – Génesis 9:2
Valdría la pena que nuestras oraciones diarias enfatizaran en cómo mejorar nuestra relación con nosotros mismos, con los demás seres vivos, con el entorno natural en el que coexistimos y con nuestro Creador, asumiendo además que el “temor” y el “miedo” de los que habla este versículo quizá nos llaman más al respeto y a la responsabilidad que, como mayordomos del mundo, debemos tener para con todo y todos.
Obviar que nuestra conducta ética, que algunos malentienden como espiritual, afecta directamente a toda la creación es quizá uno de nuestros más grandes inconvenientes. Quizá por ello, la expresión “וּמוֹרַאֲכֶם” (umora’akhem), con un valor gemátrico de 307 (ו=6, מ=40, ו=6, ר=200, א=1, כ=20, ם=40), nos sugiere revisar muy bien todas esas conexiones espirituales.
Los seres humanos no somos dueños, sino mayordomos de toda la naturaleza con la que coexistimos, lo que genera una enorme responsabilidad que, a su vez, conlleva tener mucho cuidado tanto con nuestras acciones como con nuestras omisiones, ya que, por ser todo obra del Creador, es sagrado. Esto quiere decir que el profundo impacto desequilibrante que hoy estamos generando en el plano físico es, ante todo, un llamado espiritual a nuestra transformación.