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Mi Parashà – Génesis 9:24

Quienes atribuyen a sus emociones inconscientes algunos de sus dilemas de vida, obvian que estas son solo indicadores de lo que está ocurriendo dentro de nosotros. Por lo tanto, deben entenderse como insumos de crecimiento para reconocer en qué debemos mejorar y cómo hacerlo. Así, aunque Noé despierta de su embriaguez y se da cuenta de lo que su hijo menor, Cam, le ha hecho, por lo cual lo maldice, nosotros debemos considerar los efectos de todos nuestros actos, tanto en nosotros como en los demás.

El despertar de Noé (וַיִּיקֶץ, vayiketz) simboliza no solo un regreso a la consciencia física, sino también a una consciencia espiritual y moral. Este concepto nos habla de un momento de revelación y juicio, donde Noé comprende las implicaciones de sus acciones y las de su hijo Cam.

La palabra “וַיִּיקֶץ” (vayiketz), con su valor gemátrico de 206 (ו=6, י=10, ק=100, ץ=90), nos habla de la transición del estado de inconsciencia a uno de claridad y entendimiento. Por lo tanto, el término “מִיֵּינוֹ” (miyeno), que significa “de su vino”, con un valor gemátrico de 110 (מ=40, י=10, י=10, נ=50), símbolo de los secretos o las profundidades del alma, nos lleva a la idea metafórica de que la salida de un estado de ocultamiento o confusión nos revela una verdad.

Así, el conocimiento (וַיֵּדַע, vayeda) que Noé obtiene al despertar es crucial. La raíz de esta palabra, “ידע” (yada), que significa “saber” o “conocer”, sugiere una comprensión profunda y completa de lo ocurrido, y no simplemente un entendimiento superficial. Incluso la mención de Cam como el “hijo menor” (הַקָּטָן, ha’katan) resalta la posición y la responsabilidad de Cam en la familia y en el contexto de los eventos que han ocurrido.

Este despertar cotidiano a nuestra realidad nos llama a comprender cada una de las circunstancias que nos acontecen y las consecuencias de nuestras intenciones, deseos, pensamientos, emociones, expresiones, interacciones e interrelaciones, no solo para con nosotros mismos sino también con los demás. Esto significa que ese despertar, que no es solo un proceso físico, debe aportarnos una mayor conciencia y entendimiento de las situaciones en nuestra vida.

Este crecimiento integral debe guiarnos a buscar momentos de claridad y reflexión, especialmente después de períodos de confusión o “embriaguez”, metafórica o literal, para que al confrontar nuestras realidades, especialmente a través de los frutos de nuestras relaciones y acciones, podamos tomar mejores decisiones, informándonos mejor al respecto debido a la comprensión completa de los hechos.

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