Mi Kabbala – 1 Jeshván, 5784 – Lunes 16 de octubre del 2023

¿Lluvia?

El Texto de Textos nos revela en Génesis 9:11, “Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra”.

El concepto de lluvia, גֶּשֶׁם, geshem, más que un fenómeno natural para algunos creyentes denota la piedad, misericordia y deseos de nuestro Creador de renovarnos, refrescarnos y limpiarnos siendo Su Santo Espíritu la mejor analogía para que esa inmundicias que se adhieren a nuestros seres producto de nuestras inconsecuencias sean limpiadas y nuestra sequia producto de nuestras plegarias, mengue, para que el Creador no deje de bendecirnos, pese a que como humanidad poco o nada nos ocupamos de alabarle, menos cuando la abundancia de nuestros veranos nos hace presumir llenos.

El mes de Jeshvan  חֶשְׁוָן; llamado también Marjerhván, מַרְחֶשְׁוָן; segundo de su calendario moderno y octavo si se tiene en cuenta el antiguo calendario que comienza en Nisám, nos llama a una festividad especial que en la Torá se simboliza con bul, fruto o producto. Época en donde se fructifica el campo y se multiplican los animales, lo cual como creyentes nos invita a través de la palabra Iebul a esperar que todo florezca, teniendo eso sí que trabajar la tierra, arándola y sembrándole para recibir de dichos frutos, sabiendo que la lluvia será el alimento y aliento para que el proceso tenga un buen final.

Proceso que nos cuesta asimilar pese a que de esta labor es de donde se extraen nuestros diarios alimentos, esos que nos nutren y nos dan salud y vida. Razón de peso para que el Creador nos recuerde con la lluvia nuestra necesidad de purificación, por lo cual desde Noé y el diluvio, la Mabul, de la raíz bul למבול, nos invita por un lado a apreciar en el rocío y las lluvias no un castigo, ni algo fuera de lo normal que nos perturba, sino una motivación para purificarnos y renovarnos, alejándonos de esa corrupción, quizá por ello Ezequiel יְחֶזְקֵאל‎, nos llama a no temer, sino simplemente confiar en el Creador, nuestro proveedor.

Quienes creen que el signo de Jeshván es un escorpión nos reiteran que allí se nos insinúa que sin Él, su rocío, sin las lluvias viviríamos como ese animal en desiertos, sedientos picando con nuestro veneno a otros, de allí la importancia incluso de vislumbrar en el arco iris ese pacto que nos sirve para dejar de comportarnos de forma opuesta a Su voluntad, y retomar el camino de purificarnos a diario con Su agua de vida eterna, antes que lleguen los días de fuego en donde sus destellos generarán un juicio y ya no podremos saciarnos de Su Espíritu, que con esas gotas de lluvia nos reitera que ellas son como esas porciones que necesitamos y que nos deberían bastar para sabernos plenos.

Finalmente se dice que el rocío טל y la lluvia מטר, representan dos aspectos opuestos de la energía divina, por lo cual en el camino de toda persona: la lluvia simboliza el esfuerzo hacia una meta, y el rocío, la cualidad de la anulación propia que la equilibra, ya que la lluvia ante todo tiene que ver con la vida esa que permite que las plantas crezcan y que todo florezca como una forma de denotarnos que nosotros debemos renovarnos probablemente por ello cuando nuestros ancestros recolectaban agua en cuencos, jarras o recipientes nos llamaban a entender la importancia de limpiarnos de todo lo que no nos deja expandirnos.

El Texto de Textos nos revela en I de Pedro 3:20, “quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia del Creador esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua”.

Oremos para que nuestras vidas sean lluvias de bendiciones.

Mi Kabbala – 1 Jeshván, 5784 – Lunes 16 de octubre del 2023
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