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mi Kabbala – 15 Jeshván, 5784 – Lunes 30 de octubre del 2023

¿Cielo?

El Texto de Textos nos revela en Jonás 2:2, “y dijo: en mi angustia clamé al Creador, y Él me respondió. Desde el seno del Seól pedí auxilio, y tú escuchaste mi voz”.

Está claro que contamos como varios cielos שָׁמַיִם shamaim, así los seres humanos percibamos a través de conceptos abstractos un solo espacio, del cual extraemos conceptos de distancia, tiempo, en fin, ideas que consolidan nuestros imaginarios y supuestos, alcanzando una pequeña perspectiva de toda la realidad, interpretación que sin embargo nos lleva a imaginarnos un más allá, incluso un infierno, un purgatorio, un seól o hades que relacionamos a entornos de castigo en otra dimensión en donde sospechamos debemos limpiar y sanar todo aquello que voluntariamente aquí y ahora no quisimos hacer.

Nuestro Señor Jesucristo por ello nos reiteró como creyentes a través de sus parábolas la regla de oro de interpretación de las Escrituras, el amor, el cual según el sabio Hilel son siete, fórmulas que nos hablan por ejemplo de kal va-jómer: de menor a mayor o cuánto más, denotándonos también que “como es abajo, es arriba”, lógica que nos llama a comprender mejor nuestras múltiples circunstancias gracias a todas esas enseñanzas bíblicas que analógicamente nos incitan siempre a ser cada vez más justos, serviciales y fraternales, en donde kal קַל, implica vivir ligeros, livianos de equipaje.

Por su parte Jomer, guélem גלם, nos llama a interpretar las escrituras desde su peso o sea midiéndonos tras esos principios que como creyentes nos llevan a revisar todos nuestros escenarios de vida hasta atender con más coherencia nuestras interacciones cotidianas haciendo a un lado todo aquello que nos aleja del Creador y de su amor, lo que quiere decir que nuestros argumentos y contra argumentos deben retroalimentar nuestras vivencias hasta llevarnos a valorar todas las situaciones que nos acontecen cualificándonos con estas por adversas o negativas que nos parezcan ya que todas cumple con ese propósito divino.

Los cuatro cielos o mundos a los que desciende esa energía o Luz divina como elementos que se materializan a través de: la tierra, el fuego, el aire y el agua, nos hablan a la vez de cuatro dimensiones, la de la emanación, la de la creación, la de la formación y la de la acción, siendo necesario ascender hacia el ēden גַּן־עֵדֶן, deleite, paraíso, esa fuerza generadora o quantum de energía creadora que nos llama a ser Luz para lo cual debemos corregir nuestras fallas voluntariamente a través de nuestro cuerpo material, de nuestro ser mental, de nuestras relaciones emocionales y de nuestra alma espiritual acercándonos cada vez más al Creador a través de este mundo de la acción en donde estamos interactuando a través de nuestras ficciones y alucinaciones.  

José  יוֹסֵף Yōsef, Él añadirá, nos llama desde sus vivencias e incluso sueños, a trabajar conscientemente para acceder a ese lugar de descanso eterno, sabiendo que desde este escenario temporal terrenal tenemos que reflexionar al respecto de los efectos de nuestra voluntad y aunque al final nos lamentaremos de nuestros errores sin enmendar, lo cierto es que su misericordia nos posibilita salir de esta orbe por Fe con nuestra alma reluciente, proceso de arrepentimiento que aquí y ahora nos lleva por ende a trasegar por todos estos escenarios celestiales buscando siempre de su guía. 

El Texto de Textos nos revela en II de Juan 1:6, “y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio”.

Oremos para que en vez de purgar corrijamos en vida nuestros errores.