Mi Kabbala – 18 Adar 5784 – martes 27 de febrero del 2024

¿Amados?

El Texto de Textos nos revela en Lamentaciones 3:22, “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!

Regularmente confundimos la satisfacción egoísta de nuestros deseos con el verdadero amor y es que mientras dicho vinculo da, el deseo, תְּשׁוּקַת teshucà, sólo quiere tomar para sí mismo, por lo cual, lo que nos lleva a asumir que el amor más que un sentimiento recíproco, nos identifica con los deseos superiores a través de la necesidad de ser amado. Bajo esa mirada, el amor implica sentir hacia la otra persona exactamente los mismos sentimientos que uno tiene hacia uno mismo y por eso cuando se ama a alguien, la felicidad de esa persona nos resulta tan importante como nuestra propia armonía de vida, de allí que en una relación el deseo de dar debe estar antes que el de tomar, recordemos que hombre y mujer fueron formados en unidad andrógina y luego el Creador les separo dos partes, haciéndonos interdependientes.

Es bien sabido que cuando el hombre, ish, y la mujer, ishá, se unen, dicha interacción simboliza según esta fusión de las letras yud he, que son las mismas que usamos para el nombre del Creador, una unión que refleja esa relación marital que es intima con el mismo Creador y de allí que podamos pro crear. Pacto que nos lleva a comprender el por qué el pueblo Judío llama al texto que se firma en el casamiento, ktabpara o ketubá, כְּתוּבָּה, en pro que entendamos que la relación marital es un pacto con el Creador, haciendo una única entidad tras esa unión, lo cual debería ser nuestra tendencia natural: el volver a ser uno.

La misma palabra amado que originalmente traduce David eh, en hebreo, de la raíz דוד dwd que significa amar, nos motiva a que ese fluir sea la esencia de nuestro carácter. Recordando además que el amor es misericordioso, por lo cual así como el Creador hizo un pacto de amor eterno con David y su familia además de su pueblo, lo hará con nosotros. Es cierto que David pecó muchas veces, como a la vez que siempre volvió al Creador y por ello el mismo Creador al amarlo, lo considero un hombre conforme a su propio corazón.

Ello para denotarnos que nuestro Señor Jesucristo es la personificación del amor puro, ese que nuestro Creador siente para con nosotros, denotándonos así que Él nos amó primero y por ende se entregó a sí mismo para rescatarnos de nuestros pecados, siendo nuestra única obligación la de aprender de ese amor, para coexistir gracias a ese fluir con nuestros próximos. Desde esa mirada Él nos invita continuamente a Dar, דְּרָכַ֫יִם, derek o sea, a comprender que cuando se ama más allá el deseo, se está dispuesto a dar de lo mejor.

No perdamos de vista que la palabra ahabáh, אַהֲבָה, amor, suma numéricamente 13, lo cual para los estudiosos de la gematria indica que si los dos se brindan amor, esa relación consigue sumar 26, que es la suma de las letras del Nombre del Creador, lo que traduce para quienes así lo quieran entender, que se cumple plenamente ese mandato de amar a los otros como nos amamos a nosotros mismos y por ende al mismo Creador. Amor, que por lo tanto, nos invita siempre a dar, a sumar, a la generosidad, a la misericordia, en fin, a vivir armónicamente conforme al amor que recibimos de nuestro Padre Celestial.

El Texto de Textos nos revela en Colosenses 3:14, “Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto”.

Oremos para corresponderle al Creador por su amor.

Mi Kabbala – 18 Adar 5784 – martes 27 de febrero del 2024
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