Mi Kabbala – 23 de Adar II -5784 / martes 2 de abril del 2024

¿Complementarios?

El Texto de Textos nos revela en Proverbios 18:22, “el que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia del Creador”.

Mucho se habla de la importancia de la familia, מִשְׁפָּחָה, bayit  בַיִִת, expresión que de alguna forma también simboliza los conceptos de casa, hogar e incluso tierra,probablemente porque dentro de ese entorno es en donde logramos alcanzar los máximos estados de crecimiento, fruto del amor, ese que aunque se viste en ocasiones de diversas emociones y pasiones, finalmente nos denota que gracias a la unión de esa pareja que aprende a complementarse a través de sus búsquedas cotidianas, que es así como vamos  descubriendo nuestros propósitos y con ellos trascendiendo, más allá de esos aspectos biológicos que nos confrontan desde lo intelectual, emocional, psicológico y lo espiritual.

Sin embargo, en nuestras sociedades parece que olvidáramos esta máxima a través de la cual nuestro Creador nos forma y por el contrario, a medida que en el día a día se empiezan a denotar rupturas entre las parejas y a apreciar nuestras diferencias, las comunidades prefieren el promover todo tipo de distanciamientos y separaciones, לְהַבְדִּיל lehavdil. Olvidando nuevamente que es el dialogo, los acuerdos y la auto evaluación permanente los insumos Bíblicos que generan los cambios necesarios para que esas tensiones nos ayuden a crecer y a entender que estamos llamados a integrarnos.

La Palabra del Creador es clara para advertirnos que la fuente de la identidad masculina y femenina está más allá de nuestra naturaleza o formación y se encuentra implícita en nuestras almas, las cuales fusionadas a nuestros cuerpos hacen que aunque existan diferencias aparentemente de fondo, no lo sean, ya que aun siendo distintos e incluso hasta opuestos somos uno, por lo cual la letra Nun נ, según algunas perspectivas, nos ayuda a comprender que todo cumple con el propósito de complementarnos, de colocar nuestros dones al servicio del todo, de integrarnos a Él a través de Su obra.

Los eruditos nos recuerdan que las almas de los seres humanos deben cumplir con la finalidad de la trascendencia divina; pero son claros en advertirnos que las de las mujeres deben hacerlo con la inmanencia celestial, lo que quiere decir que mientras la trascendencia es la cualidad divina de estar más allá, la inmanencia implica estar presente, perspectiva que conjuga estos dos aspectos, físicos masculinos y femeninos con la divinidad, para lograr que el hombre y la mujer respectivamente fundamenten su ser en el reino humano siendo importante para ello entender mejor el concepto de reputación שֵׁם, Šēm.

Mirada que nos debe servir para entender el cómo cada persona es única y las generalizaciones no nos identifican del todo, por lo que debemos asumir esa distinción no desde las posturas de varón y mujer que espiritualmente no existen, sino logrando que esos dos personajes aparentemente opuestos se integren, ya que se necesitan. Lo que se traduce en que el hombre cumpla el rol de dar proporción y dirección en la relación y las mujeres por su capacidad deben mantener el orden del matrimonio, tarea que nos llama no a disgustarnos סְלִידָה, slida, sino a degustarnos permanentemente.

El Texto de Textos nos revela en Lucas 11:13, “pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”

Oremos para que nuestras relaciones sean complementarias y no suplementarias.

Mi Kabbala – 23 de Adar II -5784 / martes 2 de abril del 2024
Scroll hacia arriba