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Mi Kabbala – Adar 20 – 5785 / Jueves 20 de marzo del 2025

¿Desconfianzas?

El Texto de Textos nos revela en Jeremías 17:1, “el pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos”.

El concepto de confiar (בָּטַח batakj), tiene relación a actuar con fe, esa que nos denota que estamos en las manos del Creador y si nos permitiéramos que nos guie gracias a Su Palabra y mandatos, cada aprendizaje, que es necesario, nos serviría para nuestro crecimiento integral y holístico en donde incluso los mal llamados tropiezos, cual pruebas, como producto de nuestra ceguera y testarudez milenaria, nos aportarían más para dejar de enfocarnos tanto en esas ignorancias y desconocimientos, así como en nuestros deseos egoístas, asumiendo esos desafíos de dejar de estar esclavizados al pecado.

Dicha emuná (אֶמוּנָה) que se diferencia de nuestra Fe convencional, se fortalece mediante la oración, pero también a través del servicio, práctica en donde las dificultades que nos presenta la vida son una posibilidad para estar cada vez más conscientes de nuestra necesidad de su constante presencia en ese día a día, siendo estos desafíos catalizadores para acercarnos más a nuestro Creador. Confianza de la que tanto se nos habla y que tiene que ver entre otras cosas con la tranquilidad de saber no solo que Él nos creó, sino que sabe lo que necesitamos y nos guía, si se lo permitimos, sin embargo, mientras sigamos enfocando nuestro inconsciente voluntario hacia otra dirección, le quedará a Él complejo dicha labor de reorientarnos.

Gracias a esa emuná, podemos sentarnos calmadamente a dejar que Él a través de los destellos de su Palabra nos muestre el camino correcto a seguir y nos aporte los insumos necesarios para esos crecimientos integrales de los cuales podemos degustar gracias a que entendemos que todo lo que nos acontece cumple con ese propósito de acercarnos a Él y de adaptarnos a los entornos que Él nos ofrece para nuestro crecimiento, el cual nos debe posibilitar que broten (צָמַח tsamákj) en nosotros esas semillas de amor.   

Orando a diario podemos aclarar nuestros pensamientos para que todo tenga una razón de ser y para que lo que incluso descalificamos como adverso nos permita al final de dicha prueba agradecer por el crecimiento asimilado. Todo es cuestión de tomarnos el tiempo necesario para organizar nuestras visiones de vida y entender que hay un propósito detrás de todo lo que nos sucede, si nos permitimos caminar con el Creador, por lo que se trata de intentar que cada nueva reflexión le de a nuestro entendimiento esa claridad, (נְהָרָה, neharah), reconociendo que después de la noche siempre llegara el amanecer.

Abdías, (עֹבַדְיָה, ʿŌḇaḏyā) como siervo, nos pide como creyentes que denotemos esa fe en que cada circunstancia vivenciada es una oportunidad para confiar y reconocer que el Creador guía nuestras existencias, siendo necesario que ajustemos nuestros deseos e incluso nuestra personalidad para que Él pueda actuar a través de su Santo Espíritu, logrando que sus mandatos y preceptos sean percibidos en nuestro ser interior con un nuevo significado en donde crecemos integralmente gracias a confiar más en Él.

El Texto de Textos nos revela en Santiago 1:6, “pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento”.

Oremos para depositar nuestra confianza solo en el Creador.

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