Mi Kabbala – Elul 15 – miércoles 18 de septiembre del 2024
¿Arca?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 25:22, “Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.
Se dice que el Arca del Pacto, אֲרוֹן הַבְּרִית (Arón HaBerit), contenía las Tablas de la ley, la manifestación física de esa Luz divina que Moisés percibió en el monte Sinaí, y que se concretaron en dos piedras, las cuales solo el Sumo Sacerdote podía ver. Arca de la Alianza, que como mensaje central nos indica que en su sabiduría se encuentran todas las respuestas, y que en Él reposa todo el conocimiento y la información, por lo que solo es necesario comunicarnos con Él a través de la oración. Ello se deduce al traducir dicho término que también se traduce como “palabra” o “lenguaje”, así, que esa Arca nos habla del poder del lenguaje divino que preserva la conexión entre el ser humano y su Creador.
Arca, en forma de caja, tenía en su parte superior dos querubines (ángeles o pájaros, Kruvim, כְּרוּבִים), que la cubrían con sus alas, simbolizando ese refugio espiritual que nos llama a la transformación interna, siempre que nos guiemos por el lenguaje divino en busca de su protección y salvación. En la gematría, la palabra תֵּבָה (tévah) tiene un valor de 407: ת (Tav) = 400, ב (Bet) = 2 y ה (He) = 5 (4 + 0 + 7 = 11). Este número está relacionado con la conexión entre lo divino y lo terrenal, y con el concepto de profecía o inspiración divina, ya que, a través de Su palabra, recibimos esa orientación divina que es indispensable para poder superar los diluvios terrenales que como prueban nos agobian.
Ver en el Arca ese refugio espiritual de transformación interna nos permite comprender que ese espacio sagrado se conserva y se nutre dentro de nuestro propio ser. Tal vez por ello, Noé nos mostró que, dentro del arca, Él protege a la humanidad y a lo creado, buscando la regeneración de todos aquellos que encuentran refugio en lo divino. Para ello, debemos corregirnos y ascender hacia Él, volver al cielo (שָׁמַיִם shamayim), ese próximo nivel donde, con Su voz, nos reitera que, a través de Su Espíritu, podemos ser guiados y reconectarnos con Su sabiduría y Su Palabra.
El Arca del Pacto nos habla de la presencia del Creador no solo en ese pequeño espacio, sino en todo lo creado. Su Luz debe guiarnos para que, al obedecerle y asumir sus mandatos y preceptos, dichos destellos nos orienten más allá del cielo físico que vemos sobre la Tierra. Más allá de las nubes y del firmamento, רָקִיעַ, (rakiá), ya que Él nos muestra que hay un lugar donde habita y donde nos espera, que es el destino de nuestras almas. Se trata de confiar plenamente en quien nos guía: Su Santo Espíritu y Su Palabra.
Se cree que dicha Arca original está escondida en las profundidades del templo, del cual hoy solo queda el muro, según afirman algunos sabios. Estos sostienen que se podría acceder a ella a través de unos pasajes subterráneos que mandó construir el mismo rey Salomón al diseñar el primer templo, con el fin de que no fuera tomada por quienes invadieran Jerusalén. No obstante, lo ideal es asumir que la nueva alianza (בְּרִית berit) se nos entregó gracias a la sangre del cordero: nuestro Señor Jesucristo, quien nos redimió.
El Texto de Textos nos revela en Gálatas 3:25, “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos del Creador por la fe en Cristo Jesús”.
Oremos para que el Creador nos hable al oído para corregir nuestros errores.