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Mi Kabbala – Jeshván 14, 5785 – Viernes 15 de noviembre de 2024.

¿Conocer?

El Texto de Textos nos revela en Job 17:10, “pero volved todos vosotros, y venid ahora, y no hallaré entre vosotros sabio”.

El concepto de conocimiento suele ejemplificarse con imágenes que identificamos mediante una denominación. Estas imágenes, que asumimos capturar del entorno gracias a los rayos de luz, al expandirse en nuestro campo visual, configuran un espacio y una forma. Estas partículas encapsuladas en una masa nos transmiten información sobre el objeto y su entorno. Este proceso de conceptualización depende no solo de la luminosidad, sino también de un lenguaje que otorga ese reconocimiento decodificado. Es importante comprender que estas chispas de luz, surgidas de los signos lingüísticos de la Palabra del Creador, son las que iluminan, מֵהֵל (mehel), nuestro entendimiento.

Probablemente por ello, el yidis, האַנט‎, se usa como puntero ritual judío para leer la Torá. Este objeto, además de ser útil en la lectura de los pergaminos, nos señala la necesidad de que sea Su Luz revelada en cada palabra la que ilumine nuestras vidas y nos permita una nueva lectura de nuestra existencia. Así logramos encender nuestra creatividad, evitando caer en las sombras de la desinformación y reconociéndonos como hijos útiles a Su obra, al responder con coherencia a los dones recibidos. Este enfoque nos orienta a que nuestros actos volitivos nos conduzcan hacia la armonía universal.

Los estudiosos consideran que cada experiencia, propia o ajena, fruto de nuestra percepción y reflexión constantes, se traduce en una iluminación que, mediante la sabiduría divina de la esfera Jojmá del Árbol de la Vida, nos permite integrarnos. Estos conocimientos se vuelven virtudes cuando están guiados por preceptos y mandatos divinos, que nos conectan con esa fuente amorosa que es nuestro Creador. Así, la Torá, con sus 613 mitzvot, reafirma la importancia de esos pilares de luz que, desde la lógica de dichas sefirot, conectan nuestra cabeza, keter, con el suelo, maljut (מלכות), simbolizando nuestro libre albedrío.

Cada letra de la Biblia contiene esas chispas de Luz que se nos manifiestan para transformar interpretaciones engañosas y percibir lo que significa asumir voluntariamente una visión unificadora. Esta visión explica que todo está allí para guiarnos hacia la voluntad de nuestro Creador y Rey de Reyes, y que es esencial que esa Chokmah, o Sabiduría (חכמ), ubicada en lo alto de la columna derecha del Árbol de la Vida, oriente nuestra creatividad, canalizándola hacia esa Luz Superior y evitando milenarios distractores.

Salomón, שְׁלֹמֹה (Šălōmō), el pacífico, nos invita a usar nuestra capacidad intelectual y conciencia para disfrutar de esa Luz Superior. Esto nos permite reconocernos a través de nuestros saberes, despertando tanto nuestra creatividad como nuestra alma para crecer integralmente y acercarnos a ese ideal supremo. La lectura y el estudio de la Biblia, la oración, la guía del Espíritu Santo, el ayuno y la caridad son recursos que aportan esos destellos luminosos que nutren nuestro ser, facilitando el tránsito de una inteligencia basada en la memoria hacia una sabiduría divina.

El Texto de Textos nos revela en Santiago 3:17, “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz”.

Oremos para que día a día el Creador nos ilumine con su sapiencia.

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