
Mi Kabbala – Kislev 28, 5785 – Sábado 28 de diciembre del 2024.
¿Hablar?
El Texto de Textos nos revela en Génesis 11:9, “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió el Creador el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”.
Desde el momento en que fuimos creados se nos permitió contar, a imagen y semejanza de nuestro Creador, con la capacidad verbal de crear, lo que se traduce en utilizar nuestras palabras para consolidar con ellas una realidad: narración, que le da a nuestra lengua, לשון, esa posibilita de nombrar lo que está a nuestro alrededor, identificándonos con esa imagen a la que le damos vida, sentido y significado para con esos conceptos recreamos, consolidando así una vivencias que compartimos con nuestras coexistencias.
Conceptos como Davar, דָבָר, que nos habla de objeto, nacen de un lenguaje que desde Adam nos permitió llamar todas las cosas dándoles un nombre, consolidando desde aquel entonces unos imaginarios con los cuales proyectamos una especie de hologramas mentales que nuestra alma interpreta como reales externos, cuando son tan solo el reflejo de la suma de unas moléculas de luz que se articulan a aquellos que estamos recreando a través de nuestra narración y sus decodificaciones lingüísticas que contradictoriamente consideramos como acciones ajenas de ese mundo exterior.
Es por ello que el mismo Creador nos pide tener mucho cuidado con nuestras palabras: Lashon Hará, לשון הרע, lengua del mal, que producto de un orgullo egocéntrico nos llevó a identificarnos alejados del mismo Creador, razón de peso para que la Torre de Babel nos confundiera nuestras lenguas y cayéramos en el sin sentido de nuestros lenguajes finitos con los cuales no podemos explicar lo infinito e ilimitado de la Creación, así que a partir de ese momento esa capacidad de recrearnos en lo creado, se complejizo, logrando que cada lengua le de a sus entornos nuevos nombres que suponemos apropiados reproduciendo una desinformación que seguimos prolongando.
La palabra babel, בבל, proviene de la misma raíz que el concepto, balal, בלל, que significa confundido, por lo que lo ideal sería que aceptando que hemos vivido engañándonos con nuestras palabras, fruto de estar alejados del vibrar de Su Palabra, nos permitamos el acercarnos a Él a través de ese lenguaje, dejando que Él nos guie y nos revele sus propósitos, así como los nombres de lo creado, tal como es, para que de esa forma nosotros podamos vivir conforme a lo que Él determino desde el momento que con esas Palabras nos permitió recrearnos en Su obra.
El mismo Texto de Textos que fue creado para mostrarnos nuestra historia, nos reitera que nuestra lengua debería alabarle: aleluya, הללויה, Alelu הללו y Yah יה, que como llamado grupal nos lleva a exaltarle como Creador: YHVH יהוה, nombre sagrado que no deberíamos siquiera pronunciar, pero que nos incentiva a dejamos guiar por sus preceptos y mandatos, siendo entonces lo más grato el adecuar nuestra voluntad a la suya para no seguir confundiéndonos en la confusión de Babel afectándonos al recrearnos en nuestros anhelos banales, esos que va incluso en contra de Su Palabra.
El Texto de Textos nos revela en I de Corintios 2:14, “Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu del Creador, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente”.
Oremos para que nuestro lenguaje este acorde a la Palabra del Creador.