
Mi Kabbala – Nisán 17, 5785 – Martes 15 de abril del 2025
¿Primogénitos?
El Texto de Textos nos revela en Génesis 25:34, “Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.
El concepto de primogénito (bekôr, בְּכוֹר, bekôrâh, protótokos) desde diferentes lenguas nos habla del primer hijo y en el caso del pueblo judío de aquel que redime, lo que traducido a nuestra creencia cristiana es quien pago por nuestro rescate, lo que quiere decir que debimos ir más allá de ese rango o prerrogativa conceptual, para entender que ese Ser es el llamado a convertirse en cabeza de nuestra la familia o tribu y quien tiene el derecho de heredar todo, liderando, pero a la vez, sacrificándose por Su familia, guiándola.
La historia ha demostrado como desde Esaú, luego Judá, como líder de la tribu de Israel no han comprendido ese mensaje de la primogenitura (בְּכוֹר bəḵōr, bejor) y contradictoriamente quienes ostentaron esta no representaron a ese Ser, siendo quizá José, el menor de esa tribu quien nos habló de ese rescate, segunda oportunidad que le entrega a nuestro Salvador ese derecho, siendo su muerte como la de los primogénitos egipcios el indicio para reiterarnos que solo Él puede ser el portador de esa corona celestial que como Rey y heredero Él debe portar.
El Ayuno de los Primogénitos (Taanit bejorot, תענית בכורות) que realizan los varones mayores de 13 años, durante la víspera de la festividad judía de Pésaj, el día catorce de Nisán, debería ser para los creyentes la oportunidad de difundir ese mensaje de gratitud para con quien nos salvo, no solo de la décima plaga con la que el Creador castigó a los primogénitos egipcios, sino de nuestro pecado, el cual solo el Mesías como primogénito podía mediar para que así nuestra familia humana se sepa hija, coheredera y seguidora de aquel Rey que despreciamos en su primera venida pero que reconoceremos en su segundo venida ante la cual no habrá duda de su reinado.
Loa mismos hebreos que continúan aún con una serie de ritos, guiados por sus sacerdotes (Kohem, כּהן) no logran atender dicha analogía que nos presenta a este Ser como aquel que abre el vientre del mundo, asimilándole a ese primogénito que asume el rol de redención de Su familia, vislumbrando además gracias a ello, ese servicio sacerdotal, que nos recuerda que dicho privilegio que fue trasferido según esas mismas tradiciones a los hijos de Aarón, rol que ellos mismo abrogan al Mesías quien los redimirá, devolviéndonos finalmente a todos a ese estadio original de hijos.
Al aceptar esa primogenitura de nuestro Señor y Salvador Jesucristo estamos asumiendo como creyentes el verle como nuestro hermano mayor y guía, lo que significa el seguir sus pasos, los cuales Él mismo resumió en un mensaje simple de; amarnos los unos a nosotros como el Padre nos ama, tarea que en ocasiones nos cuesta comprender, porque como Esaú (עֵשָׂו, esáv) preferimos cualquier plato de lentejas para calmar nuestros deseos mundanos, que aceptar los preceptos y mandatos del Creador con los cuales deberíamos nutrir plenamente nuestros seres y las relaciones que dentro de nuestras coexistencias se dan, en esa búsqueda de aceptarnos como hijos del Creador.
El Texto de Textos nos revela I de Tesalonicenses 4:7, “Porque el Creador no nos ha llamado a impureza, sino a santificación”.
Oremos para que aceptando la primogenitura de nuestro Señor Jesucristo le sigamos amorosamente.