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Mi Kabbala – Nisán 2, 5785 – Lunes 31 de marzo del 2025

¿Transfigurarnos?

El Texto de Textos nos revela en II de Reyes 2:11, “y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino”.

La materia (חומר, joner) física está formada por moléculas y partículas de energía que con sus elementos y sustancias se integran químicamente  a lo espiritual proceso imperceptible que nos  da la idea de varios sistemas que en sus intercambios permanentes de información nos transforman permanentemente, lo que nos llama a atender y entender que esa movilidad universal se debe a un Creador que con su Luz irradia todo lo que existe, lo que implica hacernos consientes de cómo integrarnos voluntariamente a esa Su armonía dejándonos guiar por su fluir amoroso.

Cambios (שינוי) constantes que nos hablan de una reparación (tikún) o corrección, que cual trasfiguración, implica aceptarnos como seres espirituales vivenciando una corta experiencia terrenal en donde nuestras actuales sesgadas y limitadas percepciones y nuestra lógica mundana nos llevan a obviar lo inmaterial, lo eterno, incluso todos esos intercambios constantes que nos trasforman y que nos hablan de nuestra alma, la misma que se encuentra sometiéndose a un proceso de crecimiento integral lumínico que inicia en esta dimensión alucinante de las formas que nos presenta la vida alejada de esa nuestra esencia y a la energía como algo material llevándonos a vivir desarticulados de esas otras dimensiones con las cuales también coexistimos.

El mensaje de nuestro Señor Jesucristo, de la Ley, de los profetas y de la misma naturaleza nos invita a que nos unamos (naflah, נָפְלָה), nos trasformemos, nos trasfiguremos, a que resignifiquemos todos los conceptos que le dan sentido a la vida, especialmente el del amor para entender a través de este, la salvación, la misma que históricamente aunque ha cogobernado nuestros pensamientos, hemos obviado al distraernos en otros intercambios de información imaginarios de los que también somos parte, pero que nos desenfocan de nuestra esencia haciéndonos que sea lo terrenal lo que lidere apartes de nuestros sistemas y con ellos no logremos ese crecimiento integral y holístico.

Toda trasformación implica que como creyentes nos busquemos y vinculemos, entendiendo nuestras responsabilidades y deberes espirituales, como un canal que nos posibilita el reconocernos como hijos del Creador y así gracias a ello, nos dispongamos a elevarnos por encima de todas esas ilusiones banales mercantiles que nos debilitan y simplemente nos aíslan más de dichos propósitos divinos y por ende, de nuestros próximos, con los cuales estamos en permanente conexión (קֶשֶׁר, kesher) así no queramos entender ello.

La sefirot Maljut (מלכות, Shejiná, שכינה) nos llama a esa transformación que cual trasfiguración implica comprender la vida aquí y ahora como eterna, siguiendo a quien se hizo hombre para mostrarnos a través de todas esas enseñanzas que no hay contradicciones y que lo que no nos permite vislumbrarnos como seres de Luz son solo llamados de atención para no desfallecer y crecer, lo que quiere decir tener en claro que en algún momento pasaremos a otro intercambio dentro de esta eternidad, uno diferente a este, físico, en donde su Espíritu hoy nos da señales de ese nuevo rumbo.

El Texto de Textos nos revela en Lucas 9:32, “y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; más permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con Él”.

Oremos para que a diario el mensaje de Jesús nos transforme.

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