
Mi Kabbala – Nisán 9, 5785 – Lunes 7 de abril del 2025.
¿Ramos?
El Texto de Textos nos revela en Zacarías 9:9, “alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”.
El verbo LeRajem (לרחם), significa tener piedad o compasión y está relacionado con otras palabras tales como querido, adorable o amado (רחים), llamándonos asì a deducir que el amor es misericordioso, concepto que está relacionada con el útero, espacio que alberga y protege el embrión desde la concepción hasta el nacimiento (rejem, רחם) siendo el mismo nacimiento imagen de Su amorosa misericordia, don que se nos otorgó fruto de su gracia, por lo que todas las expresiones que parten de estos signos lingüísticos, como rehamîm, simbolizan que cada parte de nuestro ser incluyendo esas vísceras, que albergan nuestros sentimientos más íntimos, nos incitan a buscar de Su amor.
Misericordia que le llevó a humanarse, Verbo que se hace carne, siendo el Rey de Reyes para entrar a Jerusalén como un siervo humilde montado en un asno (חמר, jomer), concepto que nos habla de materia (jamer), de esa humildad de la que debemos aprender para amar, fluir que nos debe conquistar no por la fuerza, ni por espada, sino voluntariamente, integrándonos, sacrificándonos por esos otros, reorientándonos así hacia Su reino en donde el esplendor implica compartir, ser uno, lo cual no entienden nuestras mentes pecadoras, siendo necesario que nos reconozcamos a través de ese su mensaje de paz.
Quienes conservan el rito del domingo de ramos (זֵר, zer) de alguna manera quieren recordarnos que esa Su entrada triunfal a Jerusalén, poco tiene que ver con los temporales reinados terrenales sino con su mensaje de Rey justo y perdonador que con su pasión, muerte y resurrección vino a rescatarnos, a salvarnos, lo que quiere decir, que además de cantar, alabar, aclamarle o hasta batir nuestras palmas para saludarle, estamos llamados a cumplir con su invitación a amar a todos y al todo comprendiendo así no solo lo que es su misericordia, sino sobre todo nuestra esencia divina.
Conmemorando o no este tipo de fiestas, lo trascendental es que cada día coloquemos esas palmas benditas y hasta nuestros ramos de olivo (זית, noun) para proclamarle desde nuestros corazones y vidas, como Señor y Rey de lo creado, ofrendándole nuestro Templo corporal para que su Espíritu nos guie con su palabra redentora, siendo esta la que ilumine nuestro entendimiento logrando así una continua motivación cotidiana para irradiar esa su luz redentora, vinculándonos fraternal y servicialmente con nuestros próximos retroalimentándonos de Su Ser a través de nuestras interacciones.
Zacarias (זְכַרְיָה, Zeḥaryáh), nos deja claro el mensaje dado a través de aquel pollino o asna casi salvaje a la que nadie había accedido, en pro del dominio de una voluntad indómita siendo necesario ofrendar nuestras vidas a un Creador siguiendo sus preceptos orientándonos menos por ritos y más por Su amor, Pan de Vida que nos invita a que controlemos todas esas emociones y deseos para enfocarnos en lo que Él mismo nos denotó como lo básico: integrarnos como hermanos misericordiosamente.
El Texto de Textos nos revela en Juan 12:12, “el siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: !!Hosanna!!!Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! 14 Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: 15 No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna”.
Oremos para que Jesús reine no solo en nuestros corazones.