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Mi Kabbala – Shevat 18, 5785 – Domingo 16 de febrero del 2025.

¿Llenos?

El Texto de Textos nos revela en I de Reyes 8:10, “y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del lugar santo, la nube llenó la casa del Creador”.

Se cree que el universo fue producto de una expansión lo cual se explica como una contracción de nuestro Creador, un Tsitsumim, restricción, una disminución gradual de la luz divina y una adaptación a la capacidad de recepción de los seres creados, Avir, אוויר relleno, que nos permite ser, al darnos en sí mismo un espacio para nuestra coexistencia voluntaria, lo que incluso la ciencia reconoce como vacío. Ausencia de Su plena energía o Luz divina dejándonos en una especie de recipiente que recoge dicha luz y la transforma y que desde nuestro cuerpo refleja ese deseo supremo de llenarnos de Él complementándonos y retroalimentándonos de Su obra.

Teoría que a su vez nos lleva a comprender de alguna forma lo que reconocemos como nuestro vacío existencial, que aunque tiene bastantes e importantes explicaciones históricas desde diferentes ciencias y filosofías, no es más que nuestra ausencia consciente de Él y su Luz con todo lo que ello significa. La misma Biblia nos recuerda que estamos separados voluntariamente de Él, pero a la vez, que debemos reenfocar todos nuestros esfuerzos para acercarnos a sus manifestaciones y así ir llenando lentamente ese vacío interior al integrarnos a ese solo deseo, con el cual finiquitan esas intenciones egoístas que solo inflan equivocadamente nuestra vanidad, תֹּ֫הוּ, tóju.

Físicamente no es factible llenar ese vacío, hebel, הֶבֶל y aún más que improbable que podamos aproximarnos en este cuerpo material plenamente a Él, más ello no quiere decir que debemos seguir aislándonos cada vez más sino que requerimos integrarnos a través de esta Su obra, enfocándonos menos en esas luces artificiales que mantienen nuestra atención en las cosas del mundo con sus distracciones y distorsiones para elevarnos hacia Su dimensión lumínica con nuestros pensamientos reconectándonos con nuestra esencia en nuestro cuerpo como templo al dejarnos guiar de Su Santo Espíritu.

En términos simples ese universo vacío al que tanto hacemos referencia no es otra cosa que un llamado que tenemos inconscientemente para dejar de suponernos excluidos o separados de Él y atendamos las misteriosas manifestaciones que desde nuestro lenguaje limitado nos reiteran que debemos reorientarnos como fragmentos, integrándonos como hijos del Creador, logrando así que nuestras vivencias y experiencias e interrelaciones cotidianas, sean coherentes a dichos propósitos celestiales, hasta llenarnos, ,מָלֵא malé, de esa Su Luz gracias a Su palabra.

Devora, דְּבוֹרָה, como mujer trabajadora, nos llama a mantenernos pendientes de las manifestaciones del Creador gracias a esa guía del Espíritu Santo, el cual nos va llenando y acercando paulatinamente a nuestra propia esencia. No perdamos de vista que todo ascenso en lo que respecta a nuestro ser se debe iniciar con un descenso que parte de nuestra interioridad, lo que quiere decir que humildemente debemos buscar esa esencia interior estrechamente conectada con ese universo de luz que nos permite llenarnos conscientemente con Él, único que llena nuestras coexistencias.

El Texto de Textos nos revela en Juan 14:1, “no se turbe vuestro corazón; creed en el Eterno, creed también en mí”.

Oremos para que cada oración nos llene de Él.

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