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Mi Kabbala – Tamuz 8 – domingo 14 de julio del 2024.

¿Templo?

El Texto de Textos nos revela en Génesis 25:25, “Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. 26 Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz”.

Hay historias en la Biblia que en ocasiones como creyentes pasamos desapercibidas ya que nos parecen no tienen ninguna importancia, como es quizá la de Hiram de Tiro y Salomón, cuando estos hicieron un tratado en donde el rey fenicio envió troncos de cedro y cipreses del Líbano a Israel. Lujosa madera que formaría las vigas del techo y los intrincados paneles dentro del templo, contexto que desde otra lectura nos lleva a la palabra original: brit, בְרִית, para unir, la misma que aparece como pacto, ese que el Creador hace con nosotros, siempre y cuando nuestras estructuras espirituales estén en Él.


No podemos obviar que nuestro Señor Jesucristo nos denotó que el templo realmente es nuestro cuerpo y aunque el de Jerusalén desde sus inicios fue diseñado para ser una institución universal, una casa de oración, está claro que el templo que debemos reconstruir es nuestro ser espiritual, ese que perdió su naturalidad fruto del pecado y que adornamos dentro de lo material, lo cual nos obliga a orar más para dejar que el Espíritu Santo more en nosotros y así poder conducirnos luego de la muerte física a nuestro estado original eterno una vez nos corrijamos voluntaria y conscientemente en este plano, מימד, memad.  

Todo se entrelaza entre sí, aunque en ocasiones no nos percatamos porque nos falta no solo más oración sino esa guía celestial, lo que implica que vale la pena que nos detengamos a diario no solo a revisar las vidas y expresiones de esos personajes ancestrales que nos dejaron su legado a través de sus vidas para nuestro crecimiento, sino también unas señales en esos lugares, רווח, revaj, en donde ellos habitaron o que visitaron intentando que cada una de las circunstancias que allí se representan nos sirvan de insumos para nuestro crecimiento físico, mental y espiritual. 

Como templo, nuestro cuerpo, nos llama a buscar la diaria bendición de nuestro Creador, la cual desde la analogía de la bendición robada a Esaú por Jacob, nos denota igualmente que hay una enorme diferencia en el modelo de vida que llevamos y el cómo nos expresamos gracias a la guía del Espíritu Santo, siendo Esaú no solo, al que no tiene en cuenta al Creador, ya que prefiere lo material, diciendo Yo ya tengo demasiado, יֶשׁ-לִי רָב, mientras que Jacob prefiere expresar: Lo tengo todo, יֶשׁ-לִי-כֹל, no por la riqueza, sino por la suficiencia de saberse guiado por nuestro Padre Celestial.

Nuestro templo corporal es sagrado y quizá por ello cuando desde el hebreo original se usa la palabra na, נָא, expresada por Jacob, nos está indicando la importancia de pensar y hablar por y para el Creador, bella perspectiva que sumada a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo nos denotan que pereceremos físicamente, pero que resucitaremos luego, si hemos trabajado conscientemente a través de la fe en Él obteniendo la guía de su Santo Espíritu, viviendo así por y para Él, para que entremos a esa nuestra morada eterna celestial: Edén, ya sin el pecado original. 

El Texto de Textos nos revela en I de Corintios 6:19, “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis del Creador, y que no sois vuestros?”

Oremos para que desde este templo corporal honremos a nuestro Creador.