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Mi Kabbala – Tevet 10, 5785 – Jueves 9 de enero del 2025

¿Abstinencia?

El Texto de Textos nos revela en Esdras 8:23, “así que ayunamos y oramos a nuestro Creador pidiéndole su protección, y él nos escuchó”.

Al caminar, halak, הָלַךְ, a través de este mundo en donde proliferan los deseos, al no satisfacer algunos de ellos caemos regularmente en aflicción, lo que quizá implica otra dificultad para entender que ejercicios sanos cómo el ayuno, que relacionan nuestra vulnerabilidad y fragilidad con las necesidades de nuestro día a día, nos llaman además a una nutrición integral ahora guiada por nuestro Creador para gracias a Él obtener esa fuerza que nos hace sentirnos parte y por ende útiles, obviando así esa dimensión del consumo y las pasiones que solo no llena de más y nuevas insatisfacciones.

El pueblo judío celebra por ello el ayuno de Asara Betevet,  עשרה בטבת o el diez de Tevet como una fecha para conmemorar como creyentes y aminorar nuestra dependencia a lo material, gracias a comprender el final del sitiado de Jerusalén en el año 425 a.C. por Nabucodonosor, Rey de Babilonia, quien lo logro en treinta meses después de la destrucción del primer Templo de Jerusalén y el cual conllevo otros 70 años de exilio de babilonia, tiempo que nos habla de la importancia de depender del sustento del Creador.

Yohdh, י, como decima letra al complementarse con he, ה, la quinta y waw ו, la sexta, nos presenta según la gematría, en expresiones como: Yohdh-he’ o Yohdh-waw a nuestro Creador como alimento, por lo que ese ayuno que comienza cuando sube el alba y termina a la noche con la salida de las estrellas, nos habla que Él al iluminarnos nos nutre, llamándonos la atención para que fluyamos ya no en torno a nuestros egos y deseos sino motivándonos a distanciándonos más y más de ese plano material que impide nos articulemos con su obra, en vez de seguir como esclavos de dichos placeres vacíos que solo podemos llenar con Él y su amor y no con nuestras alucinaciones.

El ayuno, חעניח, ta‘anith, humillar, más que afligirnos, implica revisar si dicho cuerpo lleno de deseos predomina o si podemos vincularnos a través de el con el Espíritu Santo distanciándonos así de tantos intereses personales, como de todo lo que nos une a esos objetivos mercantiles que vemos como comunes, pero que realmente son individuales y egoístas, de allí que todo ayuno se debe acompañar de oración la cual nos puede ayudar a pensar en el por qué y para qué de la vida, en esa búsqueda de acercarnos y unirnos con el próximo y por ende con el Creador a través de Su obra.

El número diez, ‘esher, עשר, nos incita también a ayunar, acompañado este de las plegarias y lecturas bíblicas especiales del día, las cuales nos sirven a la vez para realinear nuestra atención hacia el Espíritu y sus senderos altruistas. Y aunque supongamos que coexistimos en un ambiente espiritual vale la pena cuestionarnos más a diario en la búsqueda de convertirnos en seres integrales, de esos que saben que sus causas principales les llevan como humanos a dejar a un lado ese sometimiento y dependencia de lo material para que sea el reino de lo Espiritual nuestro gran propósito.

El Texto de Textos nos revela en Romanos 10:11, “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

Oremos para que nuestros ayunos nos inciten a desear menos y servir más.

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