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Mi Kabbala – Tevet 27, 5785 – Domingo 26 de enero del 2025

¿Sacrificios?

El Texto de Textos nos revela en Levítico 16:16, “así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas”.

A nuestro limitado lenguaje y finita capacidad de conocimientos le es casi imposible responderse el por qué, otro ser debía pagar por nuestros pecados, sacrificio, zebaj, זֶֶבַח, que inicio con Adán al cubrir su desnudez, con un animal que además se convirtió en sustituto, simbología que nos denota las nefastas consecuencias de aquella decisión de desobedecer, provocando que desde entonces sangre inocente tuviera que redimirnos como especie para poder alcanzar el perdón de este y otros tantos errores.

Propósito que hizo que para expiar esa nuestra desobediencia el Creador mismo eliminara la culpa o pecado a través de un tercero: nuestro Señor Jesucristo, Él mismo, que pagó por nosotros, reemplazando además ese ritual que antes se hacía en el templo y que tenía que ver con el sacrificio de un animal por su sangre. Visión que el pueblo judío, lleva a kipper, קיפר, para borrar o cubrir dicha falta y que en otras culturas como las que heredamos implica una especie de ofrenda, que ante la paganización se ha venido realizando a través de una especie de seudo deidades con la intención de rendirle tributo a estas.

Creencias que nos han llevado por ejemplo a que cada inicio del año en nuestro calendario greco-romano occidental nos fijemos muchas metas como trascendentales o prioritarias más no trascendentes, quizá sin saberlo, promoviendo búsquedas mercantiles que convertimos además en ritos y  mitos que poco tienen que ver con esa realidad de desnudar nuestra alma para que sea la Luz del Espíritu Santo las que nos arrope y guie, lo que a su vez nos lleva a seguir invocando y evocando nuestros errores cuando estamos llamados a un nuevo comienzo, a otros ciclos de vida para retornar a ese principio, רֵאשִׁית, de su amor.

Quizá por ello la gematria nos dice que piel, or עוֹר, como palabra que contiene las letras ayin-van-resh, también nos lleva a: אור, Aleph-vav-resh, para denotarnos que inicialmente el Creador vistió a Adán y Eva con una indumentaria confeccionada con Luz celestial, lo que como creyentes significa que esa es la meta final, por lo cual Él mismo a través de Su amor nos motiva a redimir nuestro pecado original por Fe, gracias a que al hacerse hombre, Él pago en la cruz con su propia sangre, por nuestras faltas; cargándoles.

Valdría la pena que entendiendo Su sacrificio, aceptásemos que ya no es necesario que ni siquiera nosotros llevemos ese pecado, pues Él ya cargó nuestra culpa y murió por ella, pagando, שילם, por toda la humanidad, a la espera que nosotros no sigamos pecando sino que nos vinculemos amorosamente a Él, dejando de seguir llenándonos de esas impurezas e inmundicias que solamente nos alejan sin razón de quien hizo todo lo divinamente posible para reintegrarnos, sin exigir nada diferente a que dejemos de desobedecer.

El Texto de Textos nos revela en Hebreos 9:9, “lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. 11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.

Oremos para que nuestros diarios sacrificios correspondan al suyo.

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