
Mi Kabbala – Tishrei 15, 5785 – Jueves 17 de octubre 2024.
¿Cuarenta?
El Texto de Textos nos revela en Levítico 16:29, “en el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. 30 Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante del Creador”.
El número uno: ajat (אחת) en hebreo, simboliza a nuestro Creador, mientras que el dos se refiere a la unión, y el tres, a la integración. El cuatro representa ese universo material que, seguido del cero, resignifica la idea y el propósito de nuestras pruebas, desafíos que debemos superar en pro de nuestra elevación. Estos números, como signos lingüísticos, nos incitan a confiar en que Él nos guía y siempre está con nosotros con su amor y misericordia, siendo la gematría una herramienta importante para profundizar en el significado de estos símbolos que contienen significados profundos que no percibimos.
Su Palabra contiene esas señales lingüísticas en las que nos recreamos a diario, pero que desatendemos por el mal uso que le damos a esta herramienta comunicacional. Quizá por ello la misma expresión que usamos para evocarlo: YHWH, a través de esos estudios numéricos, nos dice que 5+6+5+10+4+10, יד יהוה, Su Mano, siempre está apoyándonos, especialmente en esos momentos de dolor o angustia fruto de nuestro pecado. Basta una oración para que Su bondad eterna nos cobije, pero nosotros preferimos desobedecerle y asumir los efectos de nuestros engañosos aprendizajes.
Bondad: tova (חסד), de la que nuestro Señor Jesucristo nos habló al invitarnos a perdonar hasta setenta veces siete a quienes nos hagan daño, es decir, conforme a la infinita misericordia divina. Razón de peso para enfocarnos más en estos signos y símbolos que compartimos a través de nuestras relaciones y que nos llaman a amar, abandonando así esas decisiones cotidianas intrascendentes, poco fraternales y serviciales, que no desean nutrirse de Él y menos comunicarse con oraciones que, complementadas con el ayuno de todos esos deseos, nos otorgarían ese crecimiento holístico e integral constante que contiene incluso el arrepentimiento para actuar como partes y hermanos.
Más que sacrificios, el Creador espera esa reconciliación cotidiana a través de Su obra, restaurando nuestras preferencias gracias a que nos acogemos a la guía de Su mano, la misma que nos acompaña para ser más agradecidos, para expiar nuestros errores y fallas, así como para elevar nuestra conciencia, aliviando esos resentimientos milenarios que necesitan de dicha introspección y transformación. Es un profundo examen personal que iluminará nuestro entendimiento, tal como nos lo propone el profeta Jeremías (Yirmeyahu, ירמיהו), quien nos pide transformar nuestro corazón, asumiendo esa misericordia divina.
El Árbol de la Vida, nuestro Señor Jesucristo, como símbolo de esa misericordia, rejem (רחם) divina, nos llama al perdón, que no solo se pide, sino que también se da. Esta costumbre maravillosa del pueblo escogido puede multiplicarse en las nuevas generaciones, no solo pensando en quienes nos afectan, sino también en no dejarnos infectar por molestias, agresiones, insultos, daños o hasta olvidos, transformando así nuestras existencias. Al sanar nuestro corazón, corregimos todo, gracias a vivir por y para Su amor.
El Texto de Textos nos revela Mateo 6:14, “porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.
Oremos para que con nuestras acciones de perdón enseñemos a perdonar.