
Mi Kabbala – Tishrei 9, 5785 – viernes 11 de octubre 2024.
¿Perfección?
El Texto de Textos nos revela en Génesis 1:14, “Dijo luego el Creador: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años”.
Todo cambia y se integra, siendo necesario asumir transformaciones interiores en lugar de adaptarnos a nuestras costumbres pecaminosas. Esto implica ver cada instante como una oportunidad para acercarnos al Creador y crecer en Su sabiduría e iluminación. Este proceso de perfeccionamiento, conocido como Tikún, se refiere a formarnos para vivir conforme a Sus mandatos y honrarlo con nuestros comportamientos. Tikún olam (תיקון עולם), que busca reparar el mundo, comienza con la corrección de nuestros pensamientos, palabras, emociones, interacciones e interrelaciones, coexistiendo así armónicamente.
Para esta tarea cotidiana se nos ha otorgado la vida, con un tiempo limitado por nuestros calendarios, cuyas divisiones de segundos, minutos, horas, meses y años nos conceden una expectativa de vida no mayor de 120 años. Este límite nos llama a enfocarnos en la eternidad, asumiendo cambios permanentes para integrarnos a Él y alejándonos de un mundo de creencias paganas que, como las de Babilonia, nos esclavizan al ego de Egipto, el cual nos destierra de la tierra prometida para servir a reyes como Nabucodonosor, cuando en realidad debemos ser hijos del Creador: abad (אב).
Al alejarnos del Creador, nos sumergimos en visiones mercantiles que se entrelazaron con nuestras costumbres paganas desde tiempos de Salomón, quien acogió a Hiram de Fenicia. Quizá por eso, el orden de nuestros tiempos se distanció aún más del Creador, y así, el primer mes, llamado Nisán, hoy es Tishréi. Esto se traduce en que colocamos precio a todo en nuestras vidas, cuando lo que realmente se requiere es nuestro aprecio, ignorando la búsqueda de perfección divina que nos llama a un arrepentimiento diario: Iom Kipur (יום כיפור), durante el cual debemos proponernos ese cambio interior.
Estos cambios deben tener una sola perspectiva, a pesar de las múltiples simbologías que nos desorientan y nos alejan de un mejoramiento integral continuo. Quizá por ello, incluso quienes observan los astros aseguran que este mes refleja la balanza, la cual, con sus dos platillos pendientes, nos indica que el Creador juzgará nuestros actos en el momento oportuno. Por lo tanto, no podemos seguir abusando de Su misericordia (Jésed, חסד), sino que debemos buscar constantemente el perdón, que debe nacer de nosotros mismos para luego irradiar este fluir amoroso a nuestro entorno.
Los creyentes no podemos seguir confundiéndonos con costumbres y ritos paganos; en su lugar, debemos asumir el arrepentimiento mediante la oración y la guía del Espíritu Santo, para que nuestra teshuvá (תשובה) —el retorno que abarca todos esos cambios que necesitamos y que nos lleva a respetar los Mitzvot o mandamientos del Creador—, nos inspire a bendecir siempre a todos y a todo. De este modo, debemos dar lo mejor de nosotros mismos y de nuestros dones para alcanzar un bienestar general que, lógicamente, se relaciona con la perfección que, siendo del Creador, nos llama a ser mejores.
El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 21:9, “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”.
Oremos para que con el cambio de los tiempos tengamos un perfeccionamiento