Back

Mi Parashà – Génesis 4:11

Si todo fue creado desde Su Palabra, todo fluye con esa vibración, por lo que lo lógico es conectarnos a esa frecuencia y no seguir conectados a otra dimensión en donde todo vibra más lentamente, se materializa. Esto significa que, aunque contamos con un alma, nuestro cuerpo caído vibra con apartes de Su Palabra que, en nuestras mentes oscuras, se reciben como imágenes en vasijas.

Estos imaginarios promueven una memoria audiovisual que, al vibrar en otra dimensión, está contaminada por nuestras milenarias alucinaciones egoístas fruto del pecado, las mismas que nos reproducen una realidad parcial que poco tiene que ver con la celestial. Esto nos incita a explorar más allá de esos imaginarios y de nuestras expresiones lingüísticas con las cuales construimos dicho modelo mental.

Desde el momento en que nos alimentamos de los frutos del pecado, como Caín, nos encontramos casi sometidos a las fuerzas del mal, las cuales nos convirtieron en vagabundos, errantes, pródigos en esta tierra, separados del sustento espiritual que la misma tierra simboliza. Aunque ella tiene conexión con la fuente divina, como todo lo que vive, nosotros estamos inconscientemente separados incluso de nuestro propio cuerpo y, por ende, de ella.

La palabra “ארץ” (aretz, “tierra”), con su valor numérico de 291, nos reitera que los efectos del pecado contienen un castigo que va más allá de lo físico, sometiéndonos a un mundo mental en el cual nuestro cuerpo también divaga. Aunque nos alimentamos ahora de los frutos y sustento de la tierra, no logramos siquiera una reconexión con ella, manteniéndonos en un exilio interno mental.

Nuestra primera tarea es reconectarnos con la tierra, con nuestro ser, y reconocer nuestra alma a través de esta experiencia terrenal para poder reencontrarnos con la fuente divina que se alinea con la voluntad divina. Continuar divagando como errantes es seguir en una búsqueda constante sin sentido, que no nos permite entender que el reposo se encuentra en nuestra paz interior, una vez reconozcamos nuestros propósitos espirituales y trabajemos para esa conexión con lo divino.

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *