Mi Parashà – Génesis 4:14
Intentar comprender Su Palabra, infinita e ilimitada, no solo implica vibrar con su fluir gracias al Espíritu Santo, sino también hacernos conscientes desde nuestro ser interior, desde el alma, de todas las programaciones inconscientes que el pecado ha instalado en nosotros a lo largo de los milenios. Estas programaciones nos han llevado a prolongar y magnificar una herencia genética que, desde Caín, en lugar de acercarse al Creador, ha seguido distanciándose.
Vivimos presos de la desesperación, sin entender por qué, cuando el mismo Caín reconoce que es fruto del exilio, el cual, además de ser físico, se percibe desde la mente. Este exilio nos llama a reconectarnos con todo nuestro ser para que esa alma pueda cogobernar el camino de retorno, lo que implica integrarnos a Su obra a través de este proceso terrenal temporal.
Este exilio espiritual nos recuerda, aun sin ser conscientes de ello, que fuimos expulsados del Edén, de esa fuente divina, y que coexistimos ahora en un estado de alejamiento que lleva al individuo a perder su lugar en el universo espiritual. Al reconocer que estamos de espaldas o escondidos, podemos buscar Su luz, guía y protección.
La confianza transforma dicha expulsión, “גֵּרַשְׁתָּ” (Gerashta, “echaste”), que ya no es un reclamo, en una búsqueda de aceptación. El valor numérico de 907 nos recuerda que al ser removidos de la santidad, necesitamos que Él mismo nos posibilite la reconexión, humanándose para salvarnos. En lugar de seguir avergonzados y escondidos (“אֶסָּתֵר”, Esater, “me esconderé”), con un valor numérico de 661, autoimponiéndonos esa separación, debemos aprender de este exilio espiritual y reconectarnos con la fuente divina.
El desafío radica en revisar nuestras decisiones, principalmente en nuestra Fe, para poder salir de ese estado de “errancia” espiritual, donde perdemos el sentido de propósito y dirección. En lugar de enfocarnos únicamente en reconocer nuestra condición, debemos buscar al Creador para regresar a esa fuente espiritual, que hoy se manifiesta a través del Espíritu Santo, quien nos guía nuevamente hacia nuestro lugar de origen en el universo.
Seguir interpretando sesgadamente nuestras vidas y los mensajes del Creador, buscando señales en lo externo de nuestros entornos naturales y en nuestro ser interior, es un error significativo. Este enfoque sesgado, en el cual seguimos el modelo de Caín, nos lleva a la desinformación, el engaño y la generación de caos.