
Mi Parashá – Génesis 5:10
Nuestra genealogía es reiterativa en llamarnos a revisar nuestra trascendencia, la cual está más allá de esa realidad común que nos mantiene distraídos en lo finito y limitado de nuestras búsquedas y expectativas.
El nombre “מַהֲלַלְאֵל” (Mahalalel) significa “el que alaba al Creador” o “el que da gloria al Creador”, reforzándonos la idea de que nuestra línea genealógica descendiente de Adán debe enfocarse en el Creador más que en sus distorsiones alucinantes y egocéntricas. Por ello, estos ancestros nombrados en los primeros versículos de Génesis tienen tanta importancia.
Nos recuerdan que, así como Cainán continuó con una dedicación y reverencia hacia lo divino, Mahalalel magnificó y prolongó esa conexión profunda con la espiritualidad, perpetuando ese reconocimiento constante del Creador. Mahalalel “מַהֲלַלְאֵל”, con un valor de 136 (מ=40, ה=5, ל=30, ל=30, א=1, ל=30), nos llama a mantener una relación íntima con nuestro Creador, comprendiendo que son sus energías y luz las que nos otorgan la posibilidad de mantener una estructura ordenada en un mundo donde lo terrenal, fruto del pecado, nos ofrece insumos que nos desequilibran.
Mahalalel nos sugiere la importancia de una vida dedicada a la alabanza y a la observancia de lo divino. Cada signo de estos versículos nos refuerza la idea de enfocarnos en nuestra trascendencia, la misma que nos otorga esa plenitud por la que inconscientemente anhelamos y que, desafortunadamente, buscamos en lo exterior de nuestras vivencias, siendo estas tan solo un reflejo interior que nos llama a reencontrarnos.
Cainán, al igual que los otros ancestros que enfocaron sus experiencias en los preceptos y mandatos divinos, acogiéndose a Su voluntad, vivieron largas vidas. Esto fue fruto de su preparación y maduración para continuar engendrando “hijos e hijas”, en pro de ser parte de esa expansión constante que clama por una influencia positiva y el dejar un legado espiritual coherente con los propósitos para los cuales fuimos creados.
Devoción y reverencia hacia lo divino alargan nuestras vidas, dándole a esa influencia un impacto duradero, que además trasciende a las nuevas generaciones. Es un testimonio de la alabanza y la gloria que debemos dar a nuestro Creador y que, como legado, nos muestra que una vida centrada en lo divino no solo nos beneficia a nosotros, sino que también expande nuestra influencia positiva sobre las generaciones futuras.