Mi Kabbala – 16 Tishrei, 5784 – Domingo 1 de octubre del 2023
¿Oramos?
El Texto de Textos nos revela en Isaías 12:2, “he aquí el Creador es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es el Creador, quien ha sido salvación para mí”.
Los conceptos de oración y de servicio en hebreo avodá, están relacionados a esa visión de trabajo laborioso que confundimos luego del pecado con un castigo, cuando Él nos llama a la tefilá: labor consciente de despertar el amor oculto dentro de esa mente y corazón hasta lograr un estado de íntima comunión con lo divino, lo que significa que nuestras plegarias bakashá, BeVakashá בבקשה, favor, deben integrarnos física, mental y espiritualmente con Él a través de Su obra, lo que implica dedicarle los mejores momentos de nuestros días a alabarle, bendecirle, en vez de quejarnos o pedirle.
Orar, Tefilá תפילה significa conexión, pero el verbo detrás del sustantivo es להתפלל lehitpalél: juicio propio o introspección, por lo cual las tradiciones jasídicas judías, entendien la tefilá como una invitación a reflexionar en la unión entre nosotros como criaturas y el Creador, hijos que se integran al padre, lo cual nos incita a reflexionar profundamente al respecto de cómo hacerlo, siendo la oración el primer camino para reencontrarnos con ese bienestar que nos lleva a ese reencuentro.
Conexión a la que hacen alusión los Judíos ortodoxos Shajarit, שחר shajar, amanecer, dedicándole en la mañana media hora en promedio a este encuentro, en la tarde Minjá, unos siete minutos y en la noche Maariv, מעריב, tarde, unos diez, tiempo de oración que gira en torno a las palabras de la Amidá, declaraciones más pequeñas hechas antes y después, lo que nos denota que orar y dedicarle nuestros mejores espacios del día a Él implica buscar esa reconexión con nuestro Creador como propósito de vida.
Débora דְּבוֹרָה, abeja, fue la única juez mujer de Israel en la antigüedad y nos enseña la importancia de escuchar al Creador, lo que implica en profundizar en esa intención de desear unirnos con Él quien además nos otorga todo lo bueno y bello, nos satisface, lo que implica que nuestras búsquedas engañosas mercantiles llenas de deseos fragmentados son las que nos distancian de Él siendo necesario que nuestras plegarias se enfoquen en reintegrarnos a Él a través de su obra, entregándole nuestra voluntad para que además esas diarias peticiones no sigan confundiéndose en nuestros alucinantes egos.
Orar es sabernos parte, recibir de Su luz para compartirla con nuestros próximos, aclarando nuestra mente para reinterpretar las manifestaciones divinas hasta remover nuestras entrañas dándole un nuevo y dulce significado a nuestras existencias en donde esa renovada visión de la vida fruto de la sabiduría divina nos lleva a reencontrarnos con esa conciencia celestial y esa otra realidad que no percibimos pese a que estamos inmersos en ella aunque ciertamente aislados imaginariamente lo que implica descubrir en esas estructuras ese todo que estamos llamados a alcanzar aquí y ahora.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 6:5, “y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Oremos en todo momento y lugar, dando siempre gracias por todo y por todos.