
Mi Kabbala – Adar 24, 5785 / Lunes 24 de marzo del 2025.
¿Releer?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 24:7, “Luego tomó el libro del pacto y {lo} leyó a oídos del pueblo, y ellos dijeron: Todo lo que el SEÑOR ha dicho haremos y obedeceremos”
El concepto de profeta (נְבִיא), inspirado por el Creador o roéh (vidente), también hace referencia a esos mensajeros o porta voces que requerimos especialmente en aquellos momentos en que no queremos escuchar los preceptos que nos ha dejado nuestro Creador a través de su Palabra y que pretenden que cambiemos, para no seguir alejados de Él, postura que solo nos genera caos y muerte. Quizá por ello, se dice que el último profeta fue Juan el Bautista, siendo desde que nos lo dejó nuestro Señor Jesucristo el Espíritu Santo quien cumple directamente esa función de guiarnos iluminando nuestra conciencia (לֵבָב, lebab) a la cual debemos atender.
Los apóstoles, aunque conocieron de primera mano el evangelio solo debían predicarlo, por lo que quienes hoy se colocan esos apelativos, obvian ese legado de servicio que enseña a través de nuestros diarios actos, llamado que se nos hace no solo a estudiar más la Biblia sino a dejar que ese intercesor, el Espíritu Santo ilumine y abra nuestro entendimiento para que no sigamos haciendo amañadas interpretaciones de Su palabra a nuestra conveniencia, cuando está claro que hacemos parte del mundo de engaño y que por lo tanto terminamos creyéndole más al engañador (מִרְמָה, mirmah), quien burlándose de nuestras predicas permite que distorsionemos Sus mensajes.
Los textos sagrados enfatizan en que nos congreguemos a leerla en grupo, rol que cumplen distintas denominaciones religiosas, sin embargo ello nos llama a vivirla, sirviendo fraternalmente logrando que esos preceptos y mandatos se irradien a través de nosotros en todos nuestros entornos, convirtiéndonos en influencia positiva para estos, por lo que atendiendo incluso los ritos del pueblo judío deberíamos simplemente apropiarnos de la expresión (ָּסוּק, pasuk) para lograr que cada quien gracias a esa cercanía con el Espíritu del Creador sea guiado por esa voz celestial que ilumina nuestras búsquedas.
Conceptos que como el de Maftir (מפטיר), nos invitan a escuchar a aquella persona que hace la lectura de la Torá en el Shabat, quien lo hace para su pueblo en momentos especiales y de una forma ritual muy específica, motivándonos para entender que todos los días son especiales (Tisha b’Av) para nutrirnos de esa porción (haftará) Bíblica, que como enseñanza nos habla de los mensajes de esos Nevi’im o profetas, que le dieron a los mensajes del Creador carácter de primordiales para nuestro crecimiento integral.
No olvidemos que fue el mismo Moisés quien recitaba al pueblo dichos textos y a manera de bendición estos siempre han alimentado nuestras vidas y entornos, gracias no solo a su relectura, sino a que los coloquemos en práctica, lo que le da a estos libros proféticos (Haftará, הפטרה) un tinte de obligatorios, ya que nos llevan a mejores conclusiones, lo que implica que por lo menos cada Sabbat nos permitamos meternos de lleno en estas autovaloraciones para identificar aquellos aspectos en que estamos errando, corrigiendo estos gracias a dicho manual de vida que nos llama a la permanente oracciòn.
El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 1:3, “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca.
Oremos para que cada relectura Bíblica guie de manera más consciente nuestros nuevos pasos.