
Mi Kabbala – Adar 27 – 5785 / Jueves 27 de marzo del 2025.
¿Eternos?
El Texto de Textos nos revela en Jeremías 31:3, “desde lejos el Creador se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia”.
Dependemos de conceptos como el tiempo y el espacio, sin los cuales no podemos siquiera explicar nuestra existencia, por lo que llévanos objetos representativos que nos “esclavizan” (עָ֫בֶד, ebed), con todo y ello, no podemos negar tampoco, que nos encontramos en un presente continuo: eterno, en donde el pasado pareciera ser lo único real en nuestras mentes, debido a que cuando esa percepción ingresa allí, al ser capturado por nuestros sentidos, nos genera dicha interpretación, que ese instante que ya ocurrió queda atrás, dándole paso al efímero futuro en la dimensión de la ilusión y las expectativas, que regularmente no concuerdan con nuestras realidades espaciales, alucinantes y egoístas.
Bajo esa mirada deberíamos variar nuestras prioridades para percibirnos como seres eternos, sin tiempo, visión que podría sustentarse en preceptos como los de tiempo infinito o duración infinita de la vida, aislándonos así de medidas y juicios que dentro de un, no tiempo, nos alejan de lo trascendente, lo que ha llevado a algunas filosofías a hablar de un aquí y ahora continuo, en donde cada vivencia denota que debemos integrarnos es a la Creación, degustando de cada instante que se nos otorga en este Presente eterno (עוֹלָם olam), en donde estamos degustando al lado de nuestro Creador.
Desde esa perspectiva, la Séptima Sefirá del Árbol de la Vida: Netsaj (Eternidad, נצ) debe entenderse como una victoria, sobre esa polaridad activa y pasiva, que nos domina y predomina incluso sobre nuestros pensamientos más mundanos, esos que nos atan a tiempos, espacios, a la misma materia y nos hacen permanecer anclados a las esferas en donde nuestras emociones y los sentimientos regularmente adversos que de allí se desprenden, nos enceguecen para no poder entender lo que realmente es nuestra vida eterna y con ello todo lo que significa nuestra esencia espiritual.
Se trata de hacernos cada día más conscientes de nuestras inconciencias intentando que esa virtualidad oculta en la que coexistimos, si se logra comprender el termino, en toda su dimensión: nos reoriente, para que el esplendor refulgente de las virtudes divinas (חָ֫יִל, chayil) que se manifiestan a diario a nuestro alrededor, puedan ser percibidas claramente, ya no tanto por los ojos del intelecto temporal, como sí por las contemplaciones que reconocemos como Fe atemporal, siendo ella la que debe motivar todas nuestras intenciones y deseos para que esta no sea simplemente una creencia religiosa.
Vivimos en continuas transformaciones, lo que nos invita a visionarnos más allá de personas con un principio y un final, para que como hijos del Creador, nos visionemos desde otros límites al integrarnos a Él través de Su obra, lo que también nos incita a que sus mensajes, nos lleven a comprender que, el no ser, la nada, el vacío (הָ֫בֶל, hebel) y otra serie de conceptos que nos angustian y llenan de incertidumbres, no tengan ese real significado como lo apreciamos, ello porque nuestro ideal trascendente es el que nos debe llevar a integrarnos a esa unidad plena: a su esencia, a su eternidad, a su todo, lo que implica el hacernos uno con Él en toda esta dimensión eterna.
El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 1:8, “Yo soy el Alfa y la Omega – dice el Señor nuestro Creador – el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
Oremos para que la visión de lo eterno ilumine nuestros días.