Mi Kabbala – Elul 14 – martes 17 de septiembre del 2024
¿Reconciliación?
El Texto de Textos nos revela en Jeremías 3:12, “¡Vuelve, apóstata Israel! No te miraré con ira – afirma el Creador-. No te guardaré rencor para siempre, porque soy misericordioso -afirma el Señor-”.
Se cree que la misericordia florece en nuestro ser cuando reconocemos que no hay nada que perdonar en los demás, y que, por el contrario, somos nosotros quienes hemos asumido una posición rencorosa, la cual no tiene nada que ver con el amor que el Creador nos enseña. Ese vínculo perfecto, llevado a nuestra temporalidad finita, se manifiesta especialmente en el mes de Elul, sexto contando desde Nisán, conocido por el pueblo de Israel como el mes del perdón, סליחה (slicha). Este tiempo resalta la importancia, como creyentes, de dejar de sumar egoísmos, adversidades y rencores, para llenarnos de la misericordia que Él nos otorga.
Por esta razón, para el pueblo judío, el símbolo de este mes es una Betulá, un árbol que, por analogía, nos habla de la virgen עלמה (alma), de lo fértil, insinuándonos que estos son tiempos propicios para sembrar perdón en nuestros entornos. Así nos preparamos para momentos trascendentales en los que todas las almas estaremos delante del Creador en juicio celestial, según las costumbres que nos recuerdan los tiempos de Rosh Jodesh, cuando Moisés subió al monte Sinaí y pidió perdón por todo el pueblo, especialmente por el pecado del becerro de oro.
La enseñanza nos muestra que, después de esos cuarenta días, Moisés regresó con las segundas tablas de la ley, que el Creador le entregó con alegría שמחה (simjá), para que desde ese momento conmemoráramos esa festividad, que comienza con el mes de Elul y culmina el 10 de Tishréi, promoviendo actos de perdón, arrepentimiento y reconciliación. Todo esto es fruto de una disposición a ser guiados por su amor. Algunas tradiciones concluyen en la muralla de Jerusalén que construyó Nehemías con la ayuda del Creador, alabando con gran alegría y regocijo tanta misericordia.
El Tikum o corrección nos llama, como creyentes, a reconocer nuestras equivocaciones טעות (taút), evitando el enojo hacia los demás, quienes probablemente no dimensionan de igual manera nuestras expectativas. La propuesta es buscar estar en paz con nosotros mismos y con los demás, asumiendo que nada debe perturbarnos, pues el Creador nos invita constantemente a no dejarnos afectar por esas culpas y resentimientos que nos alejan de la empatía y de la armonía que debe reinar en la Creación.
El profeta Isaías ישעיהו (Yeshayahu) nos recuerda la importancia del perdón. Por ello, es fundamental entender que no podemos culpar a los demás por el daño que nos hacemos a nosotros mismos al albergar rencor. Si aprendemos y crecemos como personas, asumiremos el perdón a través de nuevas decisiones, que además nos ayudarán a reparar el daño que causamos cuando no somos responsables de nuestras emociones y sus efectos. Esas mismas emociones nos impiden recibir la Luz del Creador y nos llenan de fricciones que, paradójicamente, nos llaman a vivir conforme a la armonía universal, que implica su misericordia.
El Texto de Textos nos revela en Romanos 5:10, “porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con el Creador por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida”.
Oremos para agradecer al Creador por enseñarnos del perdón.