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Mi kabbala – Elul 23 – jueves 26 de septiembre del 2024

Promesa?

El Texto de Textos nos revela en Isaías 11:1, “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”.

El mundo espera al Mesías: Mashiaj (משיח, mâshı̂yach, ungido), quien para los judíos debe ser una persona normal, hijo de padres comunes y, por ende, un ser mortal que, como David, legará su reino a su hijo. Esta perspectiva hace que algunas personas consideren que nuestro Señor Jesucristo no podía ser el hijo de Ishai, בן ישי (Ben Yishai), como lo anunciaron los profetas. Esto se debe a que tales lecturas sesgadas le otorgan a este ser un liderazgo político, fruto de sus talentos e inteligencia, con el fin de alcanzar una revolución mundial que traerá justicia social para toda la humanidad, logrando que todo ser humano lo acepte.

Para los creyentes, la segunda venida nos reitera que esas profecías lo presentaron como el ser más importante de la historia actual, por lo que, al retornar, cumplirá con lo expresado incluso por el mismo Moisés. Esto nos denota que el Espíritu Divino reposa en Él, cualidad que le permitió, al humanarse, ver más allá de la falsedad y la hipocresía de este mundo. Esto nos concede, a quienes por fe lo aceptamos, reconocer ese pasado espiritual pecaminoso, aunque no para juzgarnos, sino para que, gracias a Su misericordia, entendamos que, en el día final, cada tribu recibirá la porción de la Tierra Prometida, ארץ המובטחת (Eretz HaMuvtachat), a la que pertenece.

Se cree que, incluso, Él reconstruirá el Tercer Templo en la era mesiánica, donde los celos y la competición ya no existirán, porque todo lo bueno será sumamente abundante y todas las exquisiteces serán tan comunes como el polvo. Así, los hombres ya no nos dedicaremos a la guerra, y las personas de todas las etnias y géneros convivirán en armonía, logrando principalmente que el pueblo judío cohabite en paz con sus hermanos, visión que reafirma nuestra creencia en nuestro Rey y Salvador, מושיע (Moshía), de la raíz י-ש-ע (yod-shin-ayin).

En su segunda venida, apreciaremos el cumplimiento total de todas las profecías, lo que es una razón de peso para que nuestra fe en Él nos lo haga visionar no solo como Mesías, sino como el mismo Creador que se hizo a nuestra imagen al humanarse para redimirnos. Logró, a través de ese paréntesis en la historia, que Su Iglesia, como la novia elegida, tuviera cabida dentro de ese plan del Creador, lo que implica que estos más de dos mil años de historia sirvan para que todos pudiéramos integrarnos a Él, gracias a esas bodas del Cordero, חֲתוּנַת הַשֶׂה (Jatúnat HaSé), siendo, mientras tanto, guiados por Su Espíritu.

Sin embargo, los creyentes esperamos ser arrebatados de este plano terrenal, conforme reza en el Apocalipsis, lo cual será antes del juicio final. Este escenario posibilitará que se cumpla el anunciado milenio, אלף שנה (Élef Shanah), ya no solo para el pueblo judío, sino para toda la Iglesia. Será un tiempo en el que tendremos la posibilidad de disfrutar también del cumplimiento de esta maravillosa promesa divina y así vivir en armonía los unos con los otros como familia, ratificando todo lo que nos revelan tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, que como Palabra del Creador nos revela todo sobre Él.

El Texto de Textos nos revela en Hechos 5:42, “Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías”.

Oremos para comprender la promesa divina de nuestro Salvador.

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