
Mi Kabbala – Elul 24 – viernes 27 de septiembre del 2024.
¿Milenio?
El Texto de Textos nos revela en Jeremías 31:31, “He aquí que vienen días, dice el Creador, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Creador”.
Nuestra renovación es tanto física como espiritual; sin embargo, al sabernos eternos, este plano terrenal es tan solo un espacio de transformación que debe llevarnos a nuevos niveles de corrección. Esto significa que, en esta dimensión terrenal, debemos aislarnos de esas impurezas que nos desconectan del Creador y que no nos permiten ascender. Hasta que no superemos dichos espacios, no podremos ascender al cielo nuevo y, por ende, estaremos en este espacio de ocultamiento, nube, “עָנָן” (Anan), que nos llama, a través de una kedusha (קְדֻשָּׁה), o santidad, a separarnos del mundo.
Al corregirnos, nos sobreponemos para buscar Su gloria, la cual resignifica esos seis mil años que debemos pasar en este nuestro granero terrenal que, como templo, nos permite ir evacuando esos residuos del pecado, para que sea nuestra fe la que nos permita ese despertar de conciencia que culminará con el juicio final y el milenio, “אלף”, tiempo en el cual encontraremos nuevos métodos o formas para reinterpretar lo que ahora no percibimos en este plano, logrando así compenetrarnos con Él y Su Palabra, de tal forma que los mandatos que hoy poco comprendemos sean realmente la luz que nos guíe.
La redención, “גְּאֻלָּה” (Geulá), que hoy poco valoramos debido a que nuestras programaciones mercantiles y costumbres ancestrales nos esclavizan a un modelo de vida que nos contamina. Quienes nos hablan de ese milenio y del final apocalíptico expresan que los gentiles seremos arrebatados, visión que nos indica que tenemos un tiempo contado en este planeta para transformarnos, guiándonos por un evangelio que nos incita a cambios profundos, para que nosotros y nuestros próximos nos alejemos de esa tendencia pecaminosa que ha impedido que entendamos la misericordia divina y nos acerquemos de nuevo a Él.
La era mesiánica, “תְּקוּפָה מְשִׁיחִית” (Tekufá Meshijit), que para algunos aún no ha empezado, nos llevará a que Él pueda percibirse en este plano en toda su gloria o esplendor, sin importar nuestra fe o la falta de ella, siendo esta época posterior a los juicios, en donde nosotros, los creyentes, reconfirmaremos que todo lo profetizado se ha cumplido, permitiéndonos retornar a nuestro estado original, ya que solo a Su lado podremos disfrutar de una creación de la cual nos separamos como resultado de nuestra absurda desobediencia.
No es un tema de creencias, “אֱמוּנָה” (Emuná), o de apegarnos a ritos religiosos que logren o no acercarnos realmente a ese modelo de vida, sino de darnos cuenta de que es necesario romper con esa visión egoísta que nos distancia de Él para, gracias a su amor, asumir que formamos parte de una vida que es eterna y que nos reclama, desde aquí y ahora, una fe que nos ayude a cambiar todos esos hábitos que no nos permiten evidenciar esa obediencia a sus preceptos y mandatos.
El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 20:4, “entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra del Creador. No habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años.”
Oremos para que entendamos que Jesucristo es el Mesías.