Mi Kabbala – Elul 5 – domingo 8 de septiembre del 2024
¿Candelabros?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 27:20, “Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para que la lámpara arda continuamente”.
Quienes entienden el mundo de la semiótica y sus símbolos aseguran que hay quienes ven en la menorá más que una bella ilustración al respecto de una orden del mismo Creador a Moisés para construirle un Tabernáculo en donde cohabitara entre nosotros, acompañando esa Su presencia de candelabros labrados con martillo en oro puro, con siete brazos, uno al centro y tres a cada lado, decorados con copas en forma de flor de almendro, manzanas y flores, que significaban que Él es nuestro escudo, la visión que entendiéramos como creyentes que Él habita en nuestro cuerpo y que ese es Su templo, הֵיכַל, hekal.
Candelabro de siete lámparas que permaneció hasta que se construyó el Templo de Salomón para en esa magna obra reelaborar cinco a cada lado, lo que genero la creencia que algunas iglesias mantengan esta norma, perspectiva que nos llama a comprender que dicha menorá, מנורה, con su luz, nos refleja la presencia del Creador entre nosotros, recordándonos que cual el arbusto en llamas desde donde le hablo a Moisés en el desierto, nosotros podemos sentirnos más cerca de Él gracias a Su sombra amorosa, la cual debemos vislumbrar como aquel Árbol de la Vida.
Son signos y símbolos que derivaron en otros candelabros con los cuales incluso se conmemora la victoria de los hebreos en su guerra contra los griegos y el milagro del aceite que tuvo lugar en el Templo de Jerusalén, por ello en Janucá, חנוכה, ḥanukka, se emplea este elemento que no tiene siete, sino nueve brazos, januquiá, o menorá de jánuca para representar esta visión que para algunos es muy ortodoxa y que nosotros como creyentes debemos asimilar más allá de unos soportes que sostienen unas velas como nuestras ramificaciones las cuales deben proliferar esa Luz tanto para guiar nuestros días como las de las nuevas generaciones.
Proyectar estos emblemas o escudos, gracias a nuestros imaginarios colectivos nos permite representar aquel campo de azur como menorá o simplemente como un candelabro que en algunos momentos al es rodeado por una rama de olivo a cada lado o como se hace en algunos hogares o establecimientos para simbolizar esa presencia del Creador con su Luz, sencillamente nos reitera que para que esas llamas divinas prevalezcan en nuestro ser debemos retroalimentarnos del aceite (שָׁ֫מֶן, shemen) de su amor que más que parafina tiene como esencia al mismo Espíritu del Creador.
Son tradiciones, costumbres, creencias que nos llevan a encender velas (מִפְרָשׂ, mifras) y a contar con estos insumos inanimados complementando nuestras oraciones lo que no debe sin embargo quitarnos nuestra mirada de Él quien con Su poder y fuerza cohabita entre nosotros y con nosotros, por lo cual es a través de nuestra fe Él que se nos permite el transformarnos alejándonos de las históricas idolatrías y sus simbolismos que no nos permiten que Su luz sea la que nos guie directamente.
El Texto de Textos nos revela en Hebreos 9:2, “porque había un tabernáculo preparado en la parte anterior, en el cual estaban el candelabro, la mesa y los panes consagrados; éste se llama el Lugar Santo”.
Oremos para que nuestro corazón se mantenga encendido.