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Mi Kabbala – Kislev 14, 5785 – Sábado 14 de diciembre del 2024.

¿Nombres?

El Texto de Textos nos revela en Malaquías 3:16, “entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. 17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. 18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve al Creador y el que no le sirve”.

La palabra HaShem  השם, nos da la idea de la necesidad de recibir de Su luz conectándonos espiritualmente con todo aquello que nos aporte esa esencia divina en la cual podemos fluir articulándonos a Su palabra para que así como el pueblo de Israel seamos dignos de salir de la esclavitud de nuestro ego, Egipto, corrigiendo nuestras vivencias al ser guiados por la voluntad celestial a través del Espíritu Santo, quien nos llama por nuestros nombres ya que estos tienen que ver con nuestro potencial y progreso espiritual en pro de elevarnos hacia ese nivel más alto.

Cada nombre contiene esa insinuación divina para que al ser llamados nos reorientemos hacia el reino de los cielos, atendiendo esa fuente de su Haz de luz que está allí en nuestro interior para guiarnos a través de Su amorosa presencia, lo que implica que al expresar dicho nombre, construido con algunas de las veintidós letras del alfabeto Hebreo (עבר, heber, cruce) esas chispas de Luz de Su palabra, iluminan nuestro lenguaje, para que no sigamos esclavos de la dimensión terrenal en donde la oscuridad y el vacío predominan.

José,  יוסף, quien era parte de los doce hijos de Jacob, Israel, llegó a Egipto y allí el mismo faraón le dio como esposa a Asenat, con quien concibió a: Manasés מְנַשֶּׁה, nashah, olvidar y a Efraín, אֶפְרָיִם, parah, fértil, quienes le recordaron que el Creador le había hecho fructífero, hifrani, en la tierra de su aflicción, lo que nos enfoca como creyentes al bautizar a un recién nacido a darle a ese ser dicha motivación de buscar del Creador gracias a esa reiteración nominal que nos posibilita nuestra reconexión con Él y sus propósitos.

Inténtenos a diario desde esos llamados el darnos a la tarea de acercarnos más y más a esa fuente espiritual haciéndonos uno con Él, אֶחָד, ejad, ya que gracias a ello cada interacción servirá para integrarnos como hermanos con el mismo Creador a través de Su obra, para que así gracias a esa visión divina cada una de nuestras palabras, siguiendo sus recomendaciones nos sean útiles en esos propósitos celestiales, hoy confundidos por usar otro tipo de seudónimos o apodos, gracias a un lenguaje que nos desvía de nuestros verdaderos senderos usando mal tan bello instrumento de vida.

Aproximarnos, נגש nagash a su unidad, implica usar correctamente dicho insumo en vez de obviar su influencia, dejándonos guiar por otras fuerzas con propósitos diferentes al de sabernos sus hijos ya que Él nos llama a través de ese nombre, עבר, heber, lo que implica a la vez un cruce, hacia el otro lado, hacia el suyo, acercándonos a Él gracias a todo lo que nos rodea sabiendo que nuestro corazón, acciones, palabras, pensamientos, emociones e interacciones nos unen a Él de forma permanente fruto del buen uso de nuestro lenguaje y de atender sus manifestaciones y revelaciones.

El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 2:17, “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe”.

Oremos para que nuestro nombre asimile los llamados de la Creación.

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