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Mi Kabbala – Kislev 4, 5784 – Miércoles 4 de diciembre del 2024.
¿Conocer?
El Texto de Textos nos revela en Jeremías 33:3, “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.”
El termino conocer, נָכַר, Nakar, nos llama a dirigirnos hacia adentro, reconectándonos con su Haz de Luz para iluminar nuestro entendimiento, el mismo que le da a esa información que motiva nuestra razón y emociones, la posibilidad de integrarnos al Creador a través de Su obra, para que a partir de ese vínculo nuestras vivencias cobren ese sentido trascendente, alineando conscientemente nuestra voluntad con la Suya y nuestras intenciones con ese deseo divino de unidad, lógica celestial que hace que fluyamos con las chispas de luz de Su palabra, con Su amor.
Todo conocimiento debe entonces despertar nuestra conciencia para poder visionar esa otra realidad celestial, gracias a que vibramos con esos signos lingüísticos divinos dándole a nuestro diario trasegar nuevas luces para que sea su sabiduría, יָדַע, yada, la que nos llene de esa confianza que nos lleva a actuar de forma correcta gracias a que tomamos decisiones conforme a su guía, la misma que nos precisa dar de lo mejor de nuestros dones y habilidades, aportando a través de nuestras interacciones interrelaciones para no seguirnos dejando llevar por las confusiones de nuestras sesgadas interpretaciones.
Nivel Biná o Entendimiento, בינה, que como tercera Sefirot del Árbol de la Vida, situada en lo alto de la columna izquierda de ella, nos invita a alcanzar a través de esos procesos racionales innatos, una idea coherente y plena de nuestra esencia divina para que así el lado izquierdo de nuestro cerebro, donde funciona la razón se integre al lóbulo derecho de la creatividad, reorganizando aquellos pensamientos que le deben dar nuevos sentidos a todo, hasta recrearnos como lo que somos: seres espirituales, hijos del Creador.
Es por ello que Abdías, עֹבַדְיָה, ʿŌḇaḏyā, nos llama a servir y ser útiles a Su obra, como un atributo que direcciona nuestra razón y emociones hacia un estado de perfección que se denota a medida que crecemos en prudencia, paciencia, contentamiento, sapiencia y lógicamente un temor reverencial hacia el Creador, para que así nuestra conciencia nos lleve a actuar con respeto, admiración y sumisión hacia Su voluntad, colocando siempre todo nuestro buen juicio en pro de su guía la cual le da sentido a cada relación logrando con ello que aportemos al mundo en vez de seguirnos apartando de Él.
Cada conocimiento debe permitirnos el reconocernos como hijos del Creador, denotándonos esos propósitos celestiales que debemos asumir de forma integral, dejando que sea nuestra mente pecaminosa egoísta la que con su limitado lenguaje nos llene de dudas al no comprender lo infinito de sus expresiones originales, siendo necesario que razón y corazón se articulen fruto de sus destellos, revistiéndonos de fe y gracias a ella asumir esas verdades divinas esenciales para nuestra trascendencia, la misma que parte de este mundo, Olam עוֹלָם, el cual conlleva el propósito de elevarnos, de superar nuestro estado caído.
El Texto de Textos nos revela en II de Corintios 10:3, “pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo”.
Oremos para que entendamos lo que significa ser hijos del Creador y usemos todos nuestros dones en pro de reintegrarnos a Él a través de Su obra.