
Mi Kabbala – Tevet 12, 5785 – Sábado 11 de enero del 2025
¿Misericordiosos?
El Texto de Textos nos revela en II de Samuel 24:14, “entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano del Creador, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres”.
Debemos entender la misericordia como un atributo divino que nos enseña a tener consideración, amabilidad, pero sobre todo perdón para con los otros, dejando de juzgar y descalificar a quienes debemos más bien comprender, en vez de condenarles, ya que nuestras acciones y omisiones son similares. Errores, jattáʼth, חטא producto del pecado que está en nosotros, así que esa piedad para con esos otros, es también para con nosotros, que al vivir alejados del Creador reproducimos esa genética desobediente, que se retroalimenta todos los días del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Toda virtud, jayil, חַיִל, parte de esa misericordia que se cultiva día a día y que no debe confundirse con la lastima hacia alguien, sino más bien con el estar dispuestos a cambiar nuestra esencia pecaminosa y desobediente y luego sí, con nuestro sano ejemplo acompañar a esos otros que como nosotros cometen equivocaciones diarias incluso sin reconocerlas, lo que hace que tampoco podamos enmendarlas, por lo que al cultivar esa bondad en nuestros corazones, accionamos ese bienestar hacia todos esos seres que siendo nuestros próximos percibimos en ocasiones como opositores.
Pacto, בְּרִית berít, del Creador que nos guía hacia ese estado armónico en donde hasta nuestras emociones cual indicadores nos incitan a cogobernamos, teniendo como referente ese fluir amoroso divino que luego debemos irradiar en nuestros entornos para que estos además nos permitan el construir puentes con todos los seres vivos, de tal forma que nos reconectemos a través de ellos a Él y desde esa perspectiva irradiemos desde nuestro ser esa perfecta armonía Creadora, la cual rige este universo, así los humanos con nuestro libre albedrio sigamos replicando otra realidad egoísta.
Al nutrirnos del Árbol de la Vida, nos elevamos a esos niveles que con sus senderos nos manifiestan esa voluntad, que entendemos como misterios cuando son oportunidades de crecer, asi es como Jesed como Misericordia, Chesed, חסד, o Gedulah, גדול, o cuarta Sefirá, situada debajo de Chokmah, nos refleja ese deseo de compartir incondicionalmente, corrigiendo nuestra voluntad hacia el dar todo de nosotros mismos, en vez de solo querer recibir, generosidad sin límites: Hesed que nos lleva a reencontramos con esa extrema compasión que nos redime y que nos lleva a la salvación.
Oseas, הוֹשֵׁעַ, Hōšēaʿ, como profeta nos reitera que dicha Salvación se da gracias a la misericordia divina que como acto gratuito y espontaneo denota dicha bondad que debemos irradiar ya que ella nos guía, permitiéndonos aportar antes que a apartarnos, llamado general como creyentes a dar a nuestros próximos de aquello que creemos poseer para que gracias a nuestras propias vivencias estos reciban de esa Luz divina que integra al todo, así que hablar de Divina Misericordia como devoción cristiana es pedirle a nuestro Señor Jesucristo que nos permita aprender de la bondad y amor desinteresado que Él nos proyectó y que está implícito en los evangelios que de Él hablan.
El Texto de Textos nos revela en Marcos 9:35, “entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: – Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Oremos para poder aprender y compartir la misericordia divina.