
Mi Kabbala – Tishrei 11, 5785 – Domingo 13 de Octubre del 2024.
¿Perdón?
El Texto de Textos nos revela en II de Crónicas 7:14, “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”.
La expresión “perdón”, slijah (סְלִיחָה), como sentimiento, nos lleva a un arrepentimiento que debe manifestarse en el penitente al acogerse a la misericordia divina, corrigiendo sus actos, pues se reconoce como pecador. Es en este punto donde erramos a diario en nuestra búsqueda de iluminar el entendimiento, proyectándonos hacia esa guía que nos lleva a reescribir nuevas intenciones en una conciencia decidida a alejarse de todo aquello que le distrae de reconectarse con el Espíritu Santo y su fluir amoroso.
Yesod (יסוד), como la novena sefirá, situada bajo Hod y Netsaj pero por encima de Maljut, se revela como fundamento de esa base espiritual que incluso contiene nuestro acto procreador para dar vida. Por ello, yetzer (formación) y ietzer Hará (impulso maligno) nos llaman a corregirnos, acogiendo la posibilidad natural esencial que se pierde a causa del pecado. Este alejamiento de la visión celestial nos dista aún más de Él, lo que significa que Su misericordia es un llamado a revisar cuidadosamente nuestras intenciones y deseos, ya que de ellos se derivan posteriormente nuestros pensamientos y actos.
La teshuvá (תשובה), entendida como retorno, reconfirma esa invitación a examinar nuestros comportamientos diarios, identificando cuáles deben ser transformados en ese camino de vida que implica reintegrarnos a Él a través de nuestra pureza espiritual, la cual se alcanza únicamente al actuar conforme a los mandatos del Creador. Este proceso nos conduce a una verdadera conexión que, al igual que la sexualidad, nos integra, reconociendo la importancia de generar vida y de arrepentirnos del “pecado de muerte” que afecta nuestro cuerpo y minimiza nuestros dones, interacciones e interrelaciones. Es necesario que este arrepentimiento salvador nos ayude a dimensionar plenamente el daño causado.
Clamar sinceramente, Lashón HaRá (לשון הרע), implica entender que las ideas, actos y lenguaje negativos que nos contaminan deben ser transformados, hasta comprender que este tipo de expresiones no solo nos hieren a nosotros mismos, sino también a los demás. Por ello, la Halajá (ley judía) nos invita a actuar conforme a la Palabra del Creador, para evitar prolongar el daño y superar nuestra negligencia al no aceptarlo. Al confesar y pedir perdón a través de plegarias como el Majzor ArtScroll de Yom Kipur, o la Ashamnu y la Al Jet, revisamos, confesamos y enmendamos, acogiéndonos a la misericordia divina.
José (יוסף, Yôsef), cuyo nombre significa “él añadirá” o “proveerá”, uno de los hijos de Jacob, es quizá el mejor ejemplo de perdón para irrigar estas enseñanzas en nuestros hermanos, un proceso que nos lleva a mantenernos firmes en el compromiso de entender el error propio y el de los demás, para luego transformar esos hábitos mundanos gracias al amor del Creador. Debemos cuidarnos de todo aquello que pensamos, decimos y hacemos, procurando siempre, al examinarnos a diario, que la bondad del Creador y Su Palabra sean las que gobiernen nuestros actos y guíen nuestras coexistencias, tal como nuestro Salvador Jesucristo nos enseñó.
El Texto de Textos nos revela en Efesios 4:32, “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.
Oremos para que reconocer y corregir nuestros errores.