
Mi Kabbala – Tishrei 13, 5785 – Martes 15 de octubre 2024.
¿Leer?
El Texto de Textos nos revela en Números 21:7, “entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra el Creador, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”.
Las letras (ספר) son signos, señales y códigos que, convertidos en conceptos, nos conducen a leer una realidad, interpretarla y aprender de ella para encontrarle el sentido que debe guiar nuestras vivencias. Esto implica, al mismo tiempo, corregir el rumbo al reconocernos alejados de Él, de Su Luz y de Su Palabra, esa que se nos revela a través de esos signos lingüísticos para que, al comprender sus manifestaciones, enfoquemos nuestras interacciones e interrelaciones en escenarios celestiales propicios para alcanzar, a través de un crecimiento integral, nuestra reconexión con Él.
Leer la Torá implica, por lo tanto, asumir la constante oportunidad de aprender de sus mandatos, iluminando con ellos nuestro entendimiento para que nuestras acciones nos conduzcan a valorar todo aquello que despierte nuestra alma en pro de ese reencuentro, simbolizado por el Shabat (שבת, shabbath), un tiempo de receso y de reencuentro permanente con nuestro Padre amoroso. Este nos brinda, gracias a nuestras oraciones, la posibilidad de reconocernos como Sus hijos y agradecerle por consagrarnos y no dejarnos perder, nutriéndonos siempre de Su Palabra y de los preceptos allí decodificados.
La Simjat Torá (שִׂמְחַת תּוֹרָה), o la alegría de la Torá, como tradición judía, nos incita a los creyentes, a través de rezos y oraciones, a acogernos a la lectura de estos versículos para, mediante esta sana costumbre, recordar que en cada signo lingüístico escrito a mano en hebreo, y que en algunas sinagogas se encuentra en forma de rollo dentro de un mueble llamado Sefer Torá, somos hijos del Creador y, como tales, dependemos de Su Palabra, la cual guía nuestras vidas, liberándonos de la esclavitud del pecado y permitiéndonos vivir armónicamente conforme a sus preceptos.
La liturgia judía divide la lectura de la Torá en partes, cincuenta y cuatro Parashat HaShavua (פרשת השבוע), que representan aproximadamente una sección para cada semana del año. De este modo, se leen todos los textos a lo largo de un ciclo anual, cubriendo los cinco libros que deben ser estudiados durante los servicios religiosos en las sinagogas. Para nosotros, los creyentes, aunque no celebremos el día de la Simjat Torá, este momento nos llama a iniciar cada nuevo día y cada período de nuestras existencias con la relectura de un versículo bíblico y su interiorización, lo que significa alimentarnos de Su Palabra.
Desde esta perspectiva, Aarón (אַהֲרוֹן, Ahărōn), cuyo nombre significa “iluminado”, nos dejó como enseñanza, más allá de una visión sacerdotal, la necesidad de aprender permanentemente de la Palabra, hoy transcrita en este Texto Sagrado, y de recibir la guía de Su Luz a través del Espíritu Santo. Esto nos permite integrar nuestros conocimientos en una búsqueda espiritual colectiva, ajustando armónicamente nuestros tiempos a Su eternidad y a Sus propósitos, logrando con ello un balance permanente de nuestros seres y de nuestras vidas, con el fin de redescubrir que debemos alejarnos del pecado y colocar nuestra confianza en Él.
El Texto de Textos nos revela en Lucas 1:34, “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo del Creador”.
Oremos para que la Palabra diaria no falte como alimento de nuestro ser.