Back

Mi Kabbala – Tishrei 14, 5785 – miércoles 16 de octubre 2024.   

¿Significados?                 

El Texto de Textos nos revela en Isaías 45:18, “Yo soy el Creador y no hay ningún otro”.

Nos recreamos en la Palabra del Creador: yehi (יְהִי), “déjalo ser”, lo cual quiere decir que Su luz nos guía y nos alimenta, cual leche materna. Este es un llamado a entender que Él es nuestro todo y que absolutamente todas nuestras vivencias contienen en sí mismas esas chispas de luz que genera el vibrar de Su palabra, una movilidad que comunica, nos coloca en común, en comunidad, en comunión con Él y Su obra. Necesitamos adaptar nuestro lenguaje finito y limitado a ese diagrama lingüístico celestial, que con sus señales ilumina nuestras ignorancias y desconocimientos.

Cada signo lingüístico señala los senderos que nos permitirán reintegrarnos a Él voluntariamente, así que cada uno de nuestros términos debe reconocerse en Su Palabra, un llamado que nos hacen los profetas y patriarcas como Abrahán y Jacob, quienes, usando analogías revestidas de conceptos terrenales, como el Shaddai (אֵל שַׁדַּי), nos hablan de nuestra esencia, esa que está en todo lugar, incluso en este desierto (sadé, שדה) imaginario terrenal, que reproduce deseos como necesidades que solo deberían llevarnos a confiar más en Él y a depender plenamente de Él.

Confundidos por nuestras interpretaciones finitas y limitadas de nuestro día a día, suponemos que Adonai (mis señores) es un nombre, cuando las mismas Escrituras, al abrir nuestras compuertas mentales, nos hablan de ese Adonai Tzevaot (יְהוָה צְבָאוֹת), “Señor de los ejércitos”, que, como comandante de Su pueblo, nos guía, asumiendo, si se lo permitimos, nuestras luchas diarias. Batallas celestiales que solo evidencian lo distraídos que vivimos; para lo cual esas brigadas de soldados celestiales, los ángeles, luchan también para que nosotros superemos las fuerzas de la naturaleza física de nuestros deseos y retornemos a Él.

Cada letra nos señala ese camino, lo cual nos incita a usar nuestro lenguaje recreándonos reverentemente para comunicarnos con ese Ser Superior a través de Su obra, lo que implica asimilar cada decodificación e imaginario como insumos de Su voluntad, la misma que obviamos al ser desobedientes e ingratos, sirviendo a todo menos a Sus mandatos. Invocamos y evocamos acciones que van en Su contra, adjudicándole además lo malo de nuestros propios deseos, cuando Él creó todo bueno: tôv (טוב). Esto implicaría, más bien, complacernos y alabarlo, disfrutando de Su obra al dejarnos guiar por Su Palabra.

Job (אִיּוֹב), como espejo de nuestras propias pruebas, nos llama a cuidarnos de las expresiones que usamos, especialmente de las quejas, ya que ellas mismas nos están llamando la atención para reconectarnos inicialmente con nuestra propia esencia a través de nuestras oraciones y luego, al invocarlo respetuosamente, acercarnos más y más a Él a través de Su obra, gracias a nuestras intenciones y deseos, enfocados en esa visión armónica e integral en donde nos reconocemos como un alma que vive una experiencia terrenal y que anhela ese nacimiento espiritual. Para ello, atendemos a diario todas Sus señales, reconociéndonos conscientemente como hijos.

El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 21:23, “la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria del Creador la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”.

Oremos para que comprendamos nuestra dependencia absoluta de Él. 

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *