
Mi Parashá – Génesis 3:22
La expresión “como uno de nosotros” sugiere que el conocimiento del bien y del mal ha acercado al hombre a un estado de conciencia similar al divino, pero también lo ha colocado en una situación de gran responsabilidad, ya que nuestro entendimiento intelectual no logra asimilar todo lo que significa la integración de las polaridades.
Y aunque esa misma condición nos convierte en co-creadores del mundo, también nos hace responsables de nuestras decisiones, lo cual nos llama a retroalimentarnos del “Árbol de la vida”, nuestro Señor Jesucristo, y no del árbol prohibido que nos dio acceso a la mortalidad y a la desconexión con la fuente divina.
Lógicamente, el acceso a la eternidad debe ser ganado a través de la obediencia y la fe, y no simplemente tomado, lo que subraya la importancia del proceso de corrección y elevación espiritual en la vida humana. La palabra “חַיִּים” (chayim, “vida”) tiene un valor numérico de 68 (Chet = 8, Yod = 10, Yod = 10, Mem = 40), refiriéndonos al verdadero concepto de lo que es la vida, el cual debemos asumir desde su forma más elevada y espiritual.
El término “טוֹב” (tov, “bien”) tiene un valor numérico de 17 (Tet = 9, Vav = 6, Bet = 2), mientras que “רָע” (ra, “mal”) tiene un valor de 270 (Resh = 200, Ayin = 70), por lo que la diferencia en los valores numéricos nos indica la complejidad del desafío que enfrenta el ser humano al integrar estos conceptos en su vida diaria.
Al reflexionar sobre nuestra dualidad y todo lo que significa el conocimiento del bien y del mal, así como su impacto en nuestras vidas, debemos tener claro que debemos asumir una mayor responsabilidad consciente respecto a nuestras elecciones y acciones, para que la oportunidad que se nos brinda de escoger la vida en vez de la muerte sea la que gobierne nuestro discernimiento.
La inmortalidad y la conexión con lo divino son metas que deben ser alcanzadas a través de un proceso consciente de corrección y superación, de fe, que implica reconocer nuestras faltas, trabajar en nuestra transformación interna y esforzarnos por vivir en armonía con los principios divinos.