Mi Kabbala – Av 1 – martes 6 de agosto del 2024.
¿Lugares?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 6:8, “Y os traeré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré {por} heredad. Yo soy el Creador”.
Jacob llamó Peniel, פניאל, a un lugar donde, según su testimonio, conoció el rostro del Creador. Este espacio, como muchos otros descritos en la Biblia, forma parte de una tierra sagrada llena de entornos especiales y emblemáticos, muchos de los cuales pasamos por alto simplemente porque nuestra lectura diaria no logra enfocarse en lo allí preceptuado. Es necesario profundizar en todas las enseñanzas que nos aporta cada letra y símbolo de la palabra del Creador manteniéndonos siempre enfocados no en nuestras sesgadas interpretaciones sino en su ideal de acercarnos a Él.
Ese encuentro con Peniel, por ejemplo, presenta lo que ocurre esa última noche en la que quizá nuestro paso por esta tierra finaliza para toparnos con el Creador, incluso sin darnos cuenta. Al soñar Jacob con esa escalera, סולם (sulam), que nos acerca al cielo, se nos reitera que cada puesta del sol es un comienzo, un final de viaje que cierra el paréntesis de nuestro paso terrenal. Por lo tanto, cuando el sol se oculta, nos invita a desapegarnos para reencontrar al día siguiente una nueva oportunidad, sabiendo que podremos ver al Creador cara a cara, tal como Jacob en Peniel.
La analogía nos presenta el exilio posterior del pueblo judío que transcurrió entre el atardecer y el amanecer, como parte de nuestro viaje por esta tierra, el cual puede ser una larga noche de exilio, גלות (galut), hasta que aprendamos, al igual que los patriarcas, a dejar nuestros apegos y obviar esa esclavitud con Egipto para seguirle conforme a sus propósitos. Estos nos guiarán hacia una nueva oportunidad cotidiana, donde todas las circunstancias y entornos están llenos de la presencia y las bendiciones del Creador. Sin embargo, nosotros no lo queremos asumir así.
Cada versículo se suma a esos conceptos. Por ello, el mismo David, incluso en sus peores momentos, nos reiteró que, aun escondidos o sitiados por un ejército, como en su caso con Saúl, estamos protegidos por el Creador si confiamos en su cuidado, por lo que Él mismo nos dará la salida. Todo nos indica, a través de cada lugar o circunstancia, su amor y cuidado. Por ello, Sela Hamajlecot, palabra Maḥlekot que proviene de la raíz ḤLK, חלק, que significa “dividir” y a la vez “resbaladizo”, nos lleva a esas montañas ubicadas en la frontera divisoria que separaba dos ejércitos y que fue el lugar donde David, con la ayuda del Creador, se le resbaló de entre los dedos a Saúl, fruto de confiar más en Él.
Cada nombre o lugar tiene una enseñanza para que, a través de esas etimologías, historias y simbolismos, podamos comprender el contexto en el cual se desarrollan nuestras vidas. Esto nos aporta, gracias a nuestra fe en su Palabra y promesa, innumerables lecciones de vida para nuestro crecimiento, muchas de las cuales redundan en la importancia no solo de creer en Él, sino sobre todo de creerle a Él, para disfrutar específicamente de su protección, הגנה (haganá), de su milagrosa guía y de su misericordia, esa que nos permite retornar al mejor lugar al que podemos aspirar: nuestra tierra prometida, nuestro Edén.
El Texto de Textos nos revela en I de Corintios 10:16, “porque del Creador es la tierra y todo lo que hay en ella”.
Oremos en todo momento y en todo lugar.