Mi Kabbala – Av 25 – viernes 23 de agosto del 2024.
¿Repeticiones?
El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 11:20, “y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas; 21 para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra”.
La Biblia nos invita a intentar leer y releer sus mensajes, pero también a llevar esta información casi inscrita en cada célula de nuestro ser. Esta visión hace que algunas personas coloquen estos versículos en el marco de la puerta o dintel, a través de una mezuzá, que es una cajita que se ubica en ese lugar con fragmentos de la Torá. De esta manera, el rezo básico del Shemá Israel, o en otros casos uno elaborado por un sofer o escriba (סופר סת”ם) en un rollo, actúa como símbolo de protección.
La mezuzá (מְזוּזָה) o jamba de la puerta regularmente contiene dos versículos de la Torá escritos en un pergamino sagrado, que enrollado en una caja se adhiere a la jamba derecha de los pórticos de las casas, cumpliendo así con un mandato del Creador o kasher. Es por ello que el sofer sigue cuidadosamente decenas de requerimientos, como el tamaño del pergamino, las dimensiones de las letras, las líneas que las delimitan, la pluma que se usa para escribirla y otra serie de exigencias que determinan si el rollo es apto para su uso o no, ya que en dicho instrumento sagrado se encuentra incluso el nombre del Creador, el cual se inscribe al reverso de este.
Para algunos judíos, la mezuzá también les recuerda que fueron liberados de la esclavitud en Egipto (עבדות, “avadut”) y de la muerte de sus primogénitos, cuando marcaron con sangre los dinteles de las entradas de sus casas. Esta interpretación, desde esa perspectiva, simboliza la protección de nuestras residencias, siendo la mezuzá otra forma de llevar al Creador en nuestro propio ser. Gracias a esas costumbres, podemos reorientarnos en todo y para todo hacia Su Palabra, sabiendo que Él siempre nos acompaña con su presencia y protección, formando así a nuestras nuevas generaciones para que lean y relean los versículos bíblicos en pro de la corrección de sus vidas.
Es una bella costumbre colgar una mezuzá (מזוזה, marco, lado, jamba) en el dintel (מַשְׁקוֹף, “mashkof”) de la entrada de la casa, lo cual no tiene que ver con temas de suerte o agüeros, ni con la distinción entre un espacio público y uno privado, sino sobre todo para recordarnos que el Creador debe acompañarnos en todo momento con sus preceptos y mandatos, para que cada una de nuestras actividades y relaciones esté acorde con su mirada, la cual nos incita además a orar permanentemente para que Él nos guíe en cada palabra, pensamiento y circunstancia de nuestro día a día.
Por su parte, quienes prefieren colocar herraduras (פֶּרָזֶל, “perazel”), matas de sábila y otros elementos bajo criterios paganos, obvian que es necesario comprender que nuestra espiritualidad debe estar ligada al Creador, hasta el punto de que especialmente nuestro cuerpo debe percibirse como templo de su Espíritu, para que todo fluya, y especialmente para que nuestros hogares estén consagrados a su Palabra. Esto no significa que sea obligatorio colocar una mezuzá en el marco de la puerta, pero sí que sus mandatos formen parte de nuestros deseos permanentes de mantenernos obedientes a la guía del Creador a través de Su Santo Espíritu.
El Texto de Textos nos revela en Juan 14:5, “Jesús le dijo*: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.
Oremos para que el Creador gobierne y permanezca en nuestros hogares.