Mi Kabbala – Elul 9 – jueves 12 de septiembre del 2024
¿Enviados?
El Texto de Textos nos revela en Números 22:31, “Entonces el Creador abrió los ojos de Balaán, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaán hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. 32 Y el ángel del Creador le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. 33 El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva”.
Se habla de una dimensión celestial con ángeles y arcángeles (מַלְאָך, malak), describiendo dichos entornos a través de categorías en las que esos seres incorpóreos, de acuerdo con los mismos textos bíblicos, forman parte de los nueve coros de la jerarquía angelical, siendo estos los penúltimos. Esto, como creyentes, nos recuerda la importancia de alabar al Creador, cumpliendo con sus propósitos y desempeñando ese rol que, a diferencia de ellos, jugamos en este plano terrenal, donde, aceptemos o no su existencia, estamos llamados a ser guiados por la voluntad divina.
De acuerdo con la genealogía bíblica, un segundo Enoc, hijo de Jared, descendiente de Set, hijo de Adán, padre de Matusalén, abuelo de Lamec y bisabuelo de Noé, cumplió con ese plan divino, por lo que siempre estuvo apegado a los preceptos y mandatos de nuestro Creador. Tanto fue así que se dice que este ser fue arrebatado físicamente, quizá para recordarnos a los creyentes que así nos sucederá si nos mantenemos firmes en esa trascendencia que nos debe llevar nuevamente a su lado en la eternidad, Olam (עוֹלָם).
Algunos suponen que Enoc (אנוך, “dedicado”) fue el ángel Metatrón el Joven y especulan que este fue quien guio al pueblo de Israel en el desierto tras el éxodo de Egipto. Sin embargo, sea o no un sacerdote celestial, gemelo de Sandalfón, de quien se afirma que pudo haber sido el profeta Elías (quien también fue llevado físicamente al cielo), lo cierto es que no debemos perder de vista que cada uno de nosotros, como ellos, cumple un rol guiado por los propósitos del Creador.
Al igual que Enoc, existe una lista de seres, algunos incluso considerados profetas o ángeles, como Miguel, Gabriel o Rafael, que son ejemplos de cómo debemos ajustarnos a la voluntad de nuestro Padre celestial. Esta voluntad nos llama a ser útiles, ejecutando labores específicas que, por pequeñas o insignificantes que parezcan, contribuyen al bienestar. Contradictoriamente, los llamados demonios parecen querer arrebatarnos ese bienestar, pero lo hacen también en pro de fortalecer nuestra voluntad, para que todos podamos cohabitar armónicamente tal como el Creador lo ha planeado (תֶּכֶן, tijanim).
La misma naturaleza nos invita, como creyentes, a ser mayordomos (מֶ֫שֶׁק, mesheq) de este planeta, para que voluntariamente nos reconectemos con el Creador a través de esta Su obra, alejándonos del oscurecimiento temporal que vive nuestra conciencia. Se trata de atender cada día a esa luz divina que nos evita preocuparnos tanto por las tinieblas y sus distractores, permitiéndonos ser guiados por una luz divina que, con su sabiduría, se manifiesta incluso en la misma naturaleza. Es Su Palabra la que logra transformarnos para que podamos empezar a vivir nuestra vida eterna desde ahora.
El Texto de Textos nos revela en II de Corintios 4:18, “así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”.
Oremos para atender los mensajes del Creador trasformando nuestros días.