Back

Mi Kabbala – Elul 10 – viernes 13 de septiembre del 2024

¿Convivencia?

El Texto de Textos nos revela en I de Samuel 25:6, “y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes”.

Una cosa es la convivencia, דוּ-קִיּוּם (Du-Kiyum), y otra nuestras conveniencias, lo que provoca que en este mundo abordemos algunos temas con criterios ásperos y despectivos. Reflexiones como estas nos llevan, como creyentes, a estar más atentos a nuestras reacciones frente a esas alucinaciones que se nos proyectan como realidades y que nos ciegan ante las manifestaciones del Creador. Dichas manifestaciones deberían guiarnos para que nuestro paso por este planeta sea verdaderamente coherente con esos propósitos, que, por lógica, nos llaman a reorientar, gracias a su guía, las decisiones que tomamos a diario.

Quizá por ello la letra Shin (ש), pronunciada como “sh”, vigésima primera del alfabeto hebreo, con correspondencia en el alfabeto griego a la letra sigma, Σ (σ), y en el abecedario latino a la S, tiene como equivalente en el alfabeto cirílico la CH. Sin importar el idioma humano, Shen (שֵׁן) o “diente”, con un valor de 300 y un sonido acentuado sobre el cuerno izquierdo (שׂ), similar a la “ch” en español, gracias al punto sobre el cuerno derecho (שׁ), nos enseña que, al igual que esos dientes, debemos proteger nuestras lenguas para recrearnos en Su palabra.

Esta visión, fruto de estas y otras analogías, nos invita a comprender que la letra Shin debe entenderse como sagrada. No es coincidencia que dicha letra sirva de inicial para palabras clave como Shaddai y Shalom, donde se denotan esos atributos divinos que deben estar presentes en nuestros labios al colocar nuestra lengua sobre nuestros dientes para que ese sonido nos hable de Él. Incluso la misma nación de Israel y su Estrella de David, así como el candelabro de siete brazos, contienen esta grafía del diente para que esa fuerza vital nos lleve a alabarle, לְהַלֵּל (Lehallel).

El concepto de Shin nos llama a ser diferentes, a cambiar, a evitar transgredir, siendo esta letra la raíz del árbol de la vida y de las Sefirot. Esto le da, a su vez, una correspondencia con nuestro mundo, ya que es en este donde se introduce la idea de movimiento, תְּנוּעָה (Tnu’a), una perspectiva que nos indica también que somos semejantes a Él y que estamos sujetos a un constante movimiento y, por ende, sometidos al cambio, por el cual nos deslizamos en nuestros devenires como ríos, gracias a esa interacción incesante de la fuerza superior, que a su vez es la que nos da vida.

Estas referencias conceptuales nos llaman a convivir, razón de ser de este mundo, en el cual nos olvidamos de compartir para dedicarnos a competir, cuando realmente todos cohabitamos en este plano y estamos llamados a disfrutar incluso de aquellas circunstancias a través de las cuales experimentamos los roces de nuestra propia movilidad. Este es un llamado a que con nuestra boca alabemos por todo y por todos, enfocándonos siempre en lo celestial, en lugar de distraernos con todo aquello a lo que le hemos dado un precio, quitándonos el verdadero aprecio por la vida, la cual, siendo eterna, nos relaciona con el reino celestial, שָׁמַיִם (Shamayim).

El Texto de Textos nos revela en Filipenses 4:6, “por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante del Creador en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz del Creador, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Oremos para que redescubramos en este mundo las cosas del Creador.

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *