Mi Kabbala – Jeshván 26, 5785 – Miércoles 27 de noviembre del 2024.
¿Temor?
El Texto de Textos nos revela en Amós 3:3, “¿andan dos hombres juntos si no se han puesto de acuerdo?”
Los estudiosos del Árbol Sefirótico nos recuerdan que debemos superar la incertidumbre y la inseguridad que, vestidas de miedo, obstruyen nuestro entendimiento y, sobre todo, nuestra confianza en el Creador, es por ello que a través de la oración debemos buscar Su emanación, Olam Atsiluth, עוֹלָם אֲצִילוּת, una dimensión que, como instinto, confronta ese mundo emocional angustiante y oscuro, llenándolo de Su luz para que nuestra alma alcance mayor claridad, permitiéndonos superar dichos desafíos interiores y con Él poder cogobernar ese universo racional que, con sus ideas egoístas, controla buena parte de nuestras búsquedas y vivencias diarias.
El miedo, como instinto inconsciente, contiene temor (yare), diferente al terror. Este último nos hace conscientes de la necesidad de acercarnos reverencialmente (yirah, יראה) al Creador, transitando con cautela gracias a Su guía a través de esta dimensión en la que divagamos casi a oscuras. Nuestros inciertos movimientos solo necesitan esa confianza plena en nuestro Padre Celestial para que incluso nuestros neurotransmisores, con sus impulsos y alertas, nos permitan abandonar programaciones milenarias equivocadas e inconscientes, ajustándonos a los preceptos y mandatos divinos que nos guían de tal forma que todos esos temores infundados desaparecen.
La confianza (בָּטַח, bátaj) nos llama, además, a reconocernos como parte de un todo, a valorar cada partícula que se articula a través de nuestros pequeños actos. Estos nos afectan más si el temor al Creador se convierte en terror, lo que implica asumir Su voluntad, dejándonos guiar por Él, respetando Sus mandatos y honrando la luz de Su Palabra. Sus mensajes hacen vibrar todo lo que nos rodea, coordinando nuestra voluntad para evitar actuar en Su contra. De lo contrario, ese miedo se prolongará y magnificará, llenándonos de adversidades y obstáculos.
Probablemente por ello la expresión Ka’ac (כָּ֫עַס) se refiere al miedo y la ira, una elección fundamental que tomamos al cerrar los ojos a las oportunidades que Él nos brinda a cada instante. Vivimos las consecuencias de una realidad a la que tememos, fruto de intentar coordinar nuestras circunstancias desde nuestras ignorancias y desinformaciones, y no desde Sus preceptos y mandatos los cuales nos llaman a ser más pacientes, hogareños y sabios, única forma de enfrentar esos miedos milenarios que a diario nos desafían y que simplemente necesitan de que confiemos más en Él.
La Biblia presenta el miedo de Manoá (מָנ֫וֹחַ, Manoaḥ) y su esposa incluso ante la aparición del Creador no desde una perspectiva de temor a Él sino de reverencia, lo que nos llama a releer este relato muestra y así entender que la llegada de su hijo Sansón es fruto de este acto de entrega, desde esta mirada se nos habla de vislumbrar que todos los aportes que Él nos hace son para nuestro bien, lo cual nos estimula a confiar en Él y en Sus mandatos, perspectiva que nos invita a entregarle nuestra voluntad al tomar nuestras decisiones logrando que ellas sean acordes, evitando ese libertinaje y sus nefastas consecuencias.
El Texto de Textos nos revela en Juan 8:31, “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Oremos para que cada paso nuestro sea guiado por nuestro Creador.