
Mi Kabbala – Kislev 16, 5785 – Lunes 16 de diciembre del 2024.
¿Universo?
El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 8:11, “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Creador, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12 no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14 y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Creador, que te sacó de tierra de Egipto”.
Aunque cohabitamos en un universo, Yekum, יְקוּם, que percibimos como exterior, nuestras vivencias son interpretaciones interiores, debido a que nuestro cerebro y los sentidos interconectados a él capturan solo algunas ondas de toda la información posible, clasificando además estas, gracias a una decodificación lingüística que no logra interpretar todos esos intercambios, los mismos que se traducen en imaginarios que afectan directamente todas nuestras experiencias con sus proyecciones reprogramadas, las cuales finalmente activan nuestros sistemas especialmente el nervioso y límbico para que todo ese complejo proceso lo juzguemos luego como nuestra sesgada realidad.
Desde esa perspectiva se dice que quienes logran activar conscientemente esas estructuras gracias a diferentes tipos de estimulaciones u ondas de luz (אור) electromagnéticas, acordes al vibrar de Su palabra, podrían superar esa división antinómica que regularmente hacemos entre nuestro cuerpo, mente y alma para así elevar nuestros niveles de conciencia y poder entender mejor que hacemos parte integral de esta Creación en donde la materia cumple un rol, siendo necesario el integrarnos con esa esencia divina y sus propósitos trascendentes para sabernos partes del todo.
Fuerza, כוח־, koaj, que aun percibiendo como exterior se encuentra en nosotros pero que espera voluntariamente nos ubiquemos en el camino de integrarnos a Él a través de Su obra, propendiendo porque todo lo que capturemos a través de nuestros sentidos y percepciones tenga otro tipo de lectura e interpretación más espiritual, distinta a la que le estamos dando a todo, fruto de nuestras costumbres sesgadas, en donde el mundo de las formas nos domina, ajustando así nuestras interpretaciones a otro modelo de vida distante del actual, sabiendo que se nos invita a vivir armónicamente en esta dimensión terrenal.
El olam, אֵל עֹולָם, mundo, nos propone como tarea el conocernos para reconocernos como sus hijos a través de esas vivencias, las mismas que han sido transferidas a través de textos y contextos abstractos que con algunos de sus conceptos nos colocan en contra de nuestra propia esencia, genética que clama por un cambio radical que supere nuestras percepciones de vida, asumiendo con ello cada pequeña y continua interacción como un ajuste a nuestras visiones existenciales y así poder degustar de un eterno presente.
Ananías, חנינא, Hananyah, desobedeció para convertirse en ejemplo de la piedad divina, esa que nos posibilita igualmente como crfeyentes el sabemos acompañados por nuestro Padre quien ilumina nuestras oscuridades en pro que alcancemos otro tipo de crecimiento, uno más integral y distinto a esa búsqueda económica social a la que tanto le apuntamos, logrando gradualmente un nuevo reconocimiento de todo y de todos, para así vivir en una armonía consciente, la cual desde ese ser interior le dará a lo físico, lo mental, lo espiritual, lo finito y lo infinito una perspectiva proporcional diferente: trascendente.
El Texto de Textos nos revela en II de Corintios 4:16, “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día”.
Oremos para que nuestro ser interior guie nuestros pasos exteriores.