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Mi Kabbala – Tishrei 17, 5785 – Sábado 19 de octubre del 2024

¿Bueno?

El Texto de Textos nos revela en Génesis 1:31, “Y vio el Creador todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día”.

La Torá comienza en el Génesis, Bereshit (בְּרֵאשִׁית), “en el principio”, un texto que nos habla de “adentro”: be, “en”, “con”, “por medio de”, “por causa de”, y a la vez, de reshít, “primero”, en lugar, tiempo, orden o rango, primicia, inicio o principal. Nos enseña la necesidad de que en cada relectura de la Parashá, asumamos que desde esa fecha en que todo fue creado por Él, se determinó, en ese punto eterno, un final en el que todo lo creado se renovará. Y nosotros, los humanos, sus hijos, seremos protagonistas de esa transformación que comenzó al alejarnos libremente de nuestro Creador, para luego poder reconocernos en Él.

Nuestras intenciones, Kavaná (כוונת־), nos recuerdan que todo se articula y que, como hijos, somos receptores de ese otorgamiento perpetuo. Esto nos muestra que todo es bueno, para nuestro disfrute, y que Su propósito, dentro de Su plan, es que nos recreemos en Su obra. Pero debido a nuestra desobediencia y pecado, el camino de la muerte y la maldición proyecta efectos en los que nuestro libre albedrío, atraído por deseos fragmentados y egoístas, no por el bien, la vida o la bendición, debe enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones. Por ello fue necesario que Él se humanara en nuestro Señor Jesucristo para rescatarnos de este mundo de alucinación, siempre y cuando aceptemos por fe Su misericordia.

Él creó nuestro mundo perfectible y ha sido benevolente al darnos este espacio apartado para que aprendamos como seres interdependientes que pretenden valerse por sí mismos. El control sobre nuestras intenciones, deseos, pensamientos, palabras, emociones, interacciones, interrelaciones y vivencias nos ofrece la oportunidad de procrear y guiar a nuestros hijos, leholid (לְהוֹלִיד), en ese crecimiento en el que Él nos guía, si aceptamos que todo lo hizo para nosotros y dejamos de alejarnos más y más de Él, cuando realmente somos parte integral de ese todo.

Personajes como Sansón (שמש, sol) nos advierten de algunos deseos que nos quitan ese poder que, en su totalidad, debe reconocer lo que es la fuerza de la procreación, lo femenino, el dar a luz, engendrar una criatura, permitir que un alma llegue a este mundo, crezca y conozca a nuestro amoroso Padre Celestial y su bondad. Este don es lo que más nos asemeja a Él, al darnos la oportunidad de aprender a dar, a amar a través de nuestros hijos, quienes son la razón más importante para estar en este mundo. Sin embargo, esos deseos, confundidos con placeres mundanos, nos aíslan de nosotros mismos.

Estamos llamados a hacernos conscientes de todas esas inconsciencias que nos sofocan y nos impiden comprender lo que realmente significa vivir. Cada situación, por adversa o negativa que nos parezca, tiene una finalidad: acercarnos a Él y hacernos entender nuestra interdependencia con una creación que, a través de la naturaleza que nos acompaña, nos invita a coordinar mejor nuestras experiencias para lograr un crecimiento integral. Por ello, no es coherente seguir quejándonos ni culpar a todo ni a todos, cuando desde el comienzo de nuestras vidas Él ha estado buscando guiarnos: נָחָה, nakhá.

El Texto de Textos nos revela en I de Timoteo 4:4, “Porque todo lo creado por Él es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias”.

Oremos para que al aceptar lo bueno del Creador.

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