Mi Kabbala – Av 14 – lunes 19 de agosto del 2024.
¿Cumplimiento?
El Texto de Textos nos revela en Miqueas 5:2, “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
Nuestro Señor Jesucristo dijo: “ni una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo se haya cumplido”, traducción que difiere del griego al hebreo, donde se nos habla más de yad (יד), que significa “mano” y que proviene de la letra yod, tan pequeña que los antiguos escribas a menudo la omitían en sus traducciones para ahorrar espacio. Desde esa relectura y por dicha aparente trivialidad, hay quienes dicen que allí se hace referencia a que “ni una yod pasará de la ley”, es decir, que ningún detalle, por más pequeño que parezca y que se encuentre en la Torá, dejará de suceder ni perderá la importancia debida.
Desde esa perspectiva, todo se articula y puede cobrar un nuevo sentido. Por ende, conceptos como redención y expiación, llevados, por ejemplo, a la historia del diluvio y del Arca de Noé, deben considerarse como grandes símbolos de salvación. Y es que, al articular y comprender mejor todas estas ideas, verbos como כפר (k.p.r.), expiar, que derivaron en Yom Kipur (Día de la Expiación), nos expresan el contexto de cubrir con brea y así expiar un pecado. Una analogía sencilla y práctica que nos muestra la necesidad de releer la Biblia con la guía del Espíritu Santo para poder asimilar estas y otras enseñanzas de mejor forma.
La expiación también nos obliga a comprometernos con el Creador, como lo hizo Abraham en el valle de Shave (להגיע לעמק שווה), para llegar a un compromiso como el de nuestro patriarca y, al ser tentados, no comprometer nuestros principios, integridad y fe con bienes, como sí lo hizo el rey de Sodoma. En su lugar, debemos mantenernos firmes, creciendo, transformándonos, mejorando, superando pruebas y recibiendo las bendiciones de Melquisedec, sacerdocio que representa a nuestro Señor Jesucristo, quien nos adiestra en estos temas gracias a la guía del Espíritu Santo.
Así como Abraham y Noé no cedieron y siguieron las instrucciones del Creador dadas en su Palabra, hoy nuestra Biblia nos llama a seguir dichos preceptos y, con ellos, como Isaías, limpiar nuestro ser de todo aquello que no nos permita seguir a nuestro Padre Celestial, expiando nuestros pecados. Para ello, este profeta tuvo que realizar un ritual de iniciación en el Templo, donde su boca fue limpiada con un carbón encendido (פחמן, “pajmán”), sacado del altar, y con ello fue purificado además todo su ser.
Somos eternos (נְצַח, “netzaj”), lo que significa que todas nuestras historias se suman, y aunque algunas debemos entenderlas como analogías, en forma de parábolas que forman parte de nuestro Texto de Textos y con las cuales no solo enriquecemos nuestros conocimientos acerca de nuestras vidas y cómo conducirlas gracias a estos mandatos, sino que también nos muestran que todo está concatenado y que lo que allí se nos presenta, sin importar el tiempo, se cumplirá más temprano que tarde. Por ello, es necesario no desfallecer y, al contrario, nosotros también cumplirle al Creador, ya que voluntaria y amorosamente le seguimos a través de su Palabra.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 1:22, “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”.
Oremos para entender y cumplir con lo que las escrituras nos piden como creyentes.