Mi Kabbala – Elul 1 – miércoles 4 de septiembre del 2024
¿Calendario?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 14:14, “Quédense tranquilos, que el Señor peleará por ustedes”.
El último mes del año hebreo, Elul (אֱלוּל), nos debe servir para revisar, como creyentes, todas las oportunidades que se nos han brindado a lo largo de los días transcurridos en nuestras vidas, las cuales nos arrojan enseñanzas que iluminan nuestro entendimiento para vislumbrar cómo reencontrarnos con el Creador. Todos nuestros instantes, incluso aquellos que pasan desapercibidos, contienen la misericordia del Creador hacia nosotros; sin embargo, no hemos querido comprender que cada momento debe ser aprovechado y valorado, ya que, aunque estas oportunidades sean muchas, se terminarán.
El Shavuot (שבועות) es una de las tres festividades de peregrinación bíblica, conocida como Pentecostés en el Nuevo Testamento, y marca el fin del conteo de siete semanas entre la Pascua y Shavuot. Desde la perspectiva de nuestro Señor Jesucristo, nos lleva a recordar el día en que el cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, coincidiendo con la fecha en la que se entregó la Torá a Moisés, denotándonos que Él vino a rescatarnos y que está a nuestros pies, tal como se reveló en el monte Sinaí. Estos tiempos de Siván son una motivación para asumir sus mandatos, siendo el amor, por encima de todas las cosas y hacia nuestros prójimos, la mejor manera de demostrarle que le amamos es además el otorgarle nuestra vida.
Entender que la Palabra del Creador requiere del Espíritu Santo para su mejor comprensión es asumir que Shavuot, para los creyentes, es la invitación a vislumbrar el cielo abriéndose, gracias a que Él nos reivindicó como un solo pueblo, siendo necesario que nos dejemos guiar de retorno, aprovechando este pequeño paréntesis temporal a través del cual se nos llama a acogernos por fe a su salvación, aceptando que nuestro Señor Jesucristo, como Mesías, nos llama a amarnos antes de que llegue ese juicio final, en donde, afortunadamente para nosotros, Él se revestirá de nuestro abogado, עוֹרֵך דִּין (Orekh Din).
Quienes no aprovechan la guía del Espíritu Santo y apuestan por más y nuevos ritos, obvian que, al igual que nos lo demuestran nuestro patriarca Abraham o el mismo David, quien tradujo en los Salmos y Textos Sagrados esa fe para acogernos a su verdadero amor, quizá se dejan orientar más por esas búsquedas egoístas que, históricamente, nos han impedido atender a ese Creador, al cual las naciones deberían exaltar, así como toda la Tierra enaltecer. Ese llamado es nuestro núcleo de confianza, el mismo que nos reitera que somos su esencia, expresión harpú (הַרְפּוּ), que nos dicta soltar, dejar ir.
Es nuestra obligación desapegarnos, הִתְנַכְּרוּת (hitnakrut), de lo material de este mundo. Esa fe activa nos permite asumir que es nuestro Creador quien realmente controla cada situación de nuestras vidas. Por lo tanto, alejarnos un poco de esas costumbres que disfrazamos de festividades religiosas nos permitirá vislumbrar que estamos llamados a ir más allá, incluso haciendo un alto en nuestras actividades, al menos cada siete días, para aceptar el llamado que nos hace nuestro Padre Celestial y dejar que Él guíe nuestras vidas, permitiéndonos vivir conforme a su guía a través de su Santo Espíritu.
El Texto de Textos nos revela en Hechos 1:8, “Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
Oremos para que el Espíritu Santo guie nuestras coexistencias.