Mi Kabbala – Elul 20 – lunes 23 de septiembre del 2024
¿Becerro?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 32:1, “cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos un dios que vayadelante de nosotros”.
Interpretamos la Palabra del Creador a nuestro acomodo, desatendiendo incluso su guía, fruto de nuestras búsquedas egocéntricas, perdiendo de vista, por ejemplo, la razón fundamental por la que el Creador llevó a las doce tribus a Egipto: que esos doce hermanos se vieran como una sola familia, un solo pueblo. Moisés, como libertador y líder, debía hacerles entender esto, lo que significa que, como creyentes, debemos aprender a integrarnos con nuestros semejantes, guiados por sus preceptos, para poder alejarnos de los apegos de este mundo, הִתְקַשְּׁרוּת (hitkashrut).
El egoísmo, אַנוכִיוּת (anokhiyut), proviene de la palabra, אָנֹכִי (anokhi), que significa “yo” o “mí mismo”; el sufijo -יוּת (-yut) nos recuerda esa herencia pecaminosa que nos impide desechar lo malo, alejándonos de su guía y de su Palabra, tarea que ni siquiera Aarón comprendió al construir el ídolo de oro (“becerro de oro”, עֵגֶל הַזָּהָב, égel ha-zahav), con el cual quisieron reemplazar no solo al Creador, sino también el liderazgo de Moisés, que tampoco entendían en su verdadera esencia. Así, cerraron sus entendimientos a lo que el Creador les estaba revelando.
Aarón utilizó, para ello, pendientes, עגיל (aguil), como símbolo de que no escuchamos, que tenemos los oídos cerrados, fruto del pecado que llevó a Eva a desobedecer al Creador, escuchando al engañador, algo que seguimos haciendo. Esta impaciencia nos mantiene prisioneros de esta secuencialidad temporal, impidiéndonos esperar el comienzo del primer Shabat, cuando se nos habría permitido comer del fruto del Árbol del Conocimiento guiados por el Eterno.
Virtud que, además, parece que tampoco queremos cultivar al alejarnos de la Palabra del Creador. Quizá por ello, la expresión Torá, תורה, Neroth, desde sus primeras letras: Nun, נ, y Tav, ת, nos proyecta esas dos velas que, como bendición, esperan que salgamos de nuestra maldición por no escuchar su guía, viviendo en el mundo del conocimiento del bien y del mal, y lo que significa la expiación del pecado, representado en el becerro de oro, hasta que asumamos que, como parte de Eva y su descendencia, debemos asumir nuestra rectificación gracias al mismo becerro rojo: nuestro Señor Jesucristo, quien se humanó y se sacrificó para que le atendamos.
Es necesaria la transformación de ese becerro maligno del falso liderazgo hacia el becerro sagrado, עֵגֶל (égel), que representa lo puro y genuino, un liderazgo que, según la Biblia, a diferencia del de Moisés o Aarón, no necesita de sacrificios, sino simplemente de nuestra fe, la misma que nos lleva a escuchar su Palabra constantemente, dejándonos guiar por su Espíritu Santo, sin el cual probablemente seguiremos siendo engañados una y otra vez, tal como les sucedió a nuestros padres y ancestros. Esto implica que debemos abrir nuestras percepciones a todas las revelaciones y manifestaciones que Él nos hace, para que, guiados por esas señales, no continuemos extraviados.
El Texto de Textos nos revela en Lucas 15:23, “ traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”.
Oremos para que escuchar con atención al Creador quien se nos revela de diferentes forma.