Mi Kabbala – Jeshván 27, 5785 – Jueves 28 de noviembre del 2024.
¿Tinieblas?
El Texto de Textos nos revela en Daniel 2:22, “Él es quien revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con Él”.
El concepto de tsimtsum (צמצום) nos habla de la autolimitación del Creador para permitir nuestra existencia. Según esta visión, Él generó distintos tipos de tonalidades en Su Luz, incluyendo oscuridad, que nos ocultan de Su plena presencia, como un velo que propicia el proceso de reconocernos mientras Él se revela gradualmente. Este proceso busca que nuestra voluntad se alinee con la Suya a través de Su Haz de Luz, que enciende chispas en nuestro entendimiento. Estas chispas, aunque vibran por Su Palabra, nos permiten recrearnos en nuestro propio lenguaje: nuestra autolimitación.
Se considera que esta autolimitación o contracción de la fuerza divina dividió la creación en potencia y acto. Esto se traduce en la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo. Conceptos como af (אַף), que genera estímulos interpretados como constricción personal, nos hacen experimentar alucinaciones egoístas que desvían nuestras intenciones, siendo necesaria Su guía para reorientarnos. Así, nos apartamos de esos deseos caóticos y sus efectos, reconociendo nuestra desconexión inconsciente con Él, origen del caos y de nuestra ceguera espiritual.
Lo que percibimos como tinieblas (afela, אפלה), y que llena nuestros corazones de temores, es en realidad un llamado a buscar Su Luz y Su Amor, con el propósito de trascender de nuestro mundo limitado hacia el infinito. Este proceso nos invita a interiorizar Su guía y aprendizajes, que se presentan como desafíos cotidianos. Lo exterior refleja nuestra luminosidad interior, mostrando que lo que concebimos como oscuridad no es más que una dimensión donde tenemos la libertad de acercarnos o alejarnos de Él a través de Su obra, escenario en donde aprendemos a valorar el sabernos parte de Su obra.
El profeta Miqueas (Mikyah, מִכיָה) nos insta a integrarnos inicialmente con nuestros prójimos, porque somos fragmentos de la esencia lumínica divina. A través de estas interacciones, las chispas de Luz vibrantes por Su Palabra iluminan el camino de reconexión desde nuestro interior, dejando de buscarlo únicamente en el mundo exterior. Es nuestra alma la que necesita hacerse consciente de su verdadera esencia para no seguir divagando en un mundo que percibe como algunos entornos como tenebrosos, cuando ello es solo una sesgada interpretación de no percibirlo a nuestro lado.
Por haber Eva intentado, mediante la serpiente, tomar un atajo para ser como el Creador, los humanos vivimos ahora el proceso de aprender a digerir los frutos del árbol prohibido. Este fruto nos vincula con las tinieblas y sus luces artificiales, recordándonos nuestra separación de Él. Por ello, debemos trabajar en nuestro ser interior, ascendiendo por las dimensiones que coexisten dentro de nosotros y que no reconocemos. Los principios y valores existenciales son el camino —los sefirot— que, a través de Su revelación, nos conducen al retorno a Su lado: deveq (דבק), siendo por ello necesario trasegarlos y apropiarnos de esas virtudes que iluminan nuestro trasegar.
El Texto de Textos nos revela en Hebreos 1:3, “El Hijo es el resplandor de la gloria del Creador, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas”.
Oremos para que se iluminen nuestras oscuridades.